El Avispón Verde

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

¡Está buenísima!!!!!

Cuando se anunció el proyecto de El Avispón Verde, me dio un poquito de miedito. ¿El mainstream terminaría por devorarse a Seth Rogen, el gordo más gracioso de los últimos tiempos, uno de los grandes representantes de los freaks de la comedia estadounidense más reciente?

Lo primero que hay que decir es que Rogen está más flaco, como para adaptarse al look del superhéroe. Pero en la esencia sigue siendo el mismo muchacho con quinientos problemas de madurez, esta vez representados en la figura de un padre que más que un padre es un prócer, una figura de bronce inmaculado para toda la ciudad de Los Ángeles, aunque no haya tenido para con él el más mínimo gesto de afecto.

La muerte de su progenitor es como un lógico despertador para el Britt Reid de Rogen, que de repente se da cuenta que quiere hacer algo con su vida. Ese “hacer algo” está en constante conflicto con la figura paterna, por momentos parece alejarse por completo, con una clara vocación por “matar al padre” nuevamente, de manera casi literal, pero de a poco esa diferenciación se vuelve acercamiento. El hijo que al principio sólo quiere hacer quilombo, al final se enfrenta al poder político y criminal de la ciudad con otras formas, aunque con el mismo objetivo que el padre.

Esta proximidad se va dando a través de los procedimientos típicos de las comedias de Seth Rogen. Y es aquí donde se revela que el proyecto fue un acierto: El Avispón Verde se plantea como una constructiva respuesta a la seriedad de la saga de Batman dirigida por Christopher Nolan, el Superman de Bryan Singer o el Hulk de Ang Lee. Que se entienda, las tres son en mi opinión buenas aproximaciones, pero no está para nada mal que existan Iron Man, Kick-Ass o El Avispón Verde. Y es ésta última la más cercana a la comedia, la que se promueve como un verdadero parque de diversiones (en el más profundo sentido de diversión, de divertirse, de reír sin parar por las chiquilinadas del protagonista).

El Green Hornet de Rogen es como un Guasón, con pulsión de romper con todo, pero no para generar un caos absoluto sino para promover un nuevo orden, un nuevo estado de las cosas. Su máscara funciona como dispositivo para combatir la hipocresía general, el aparente villano que parece ser pero en verdad no se delata a los malos posta, a los que hacen lo que quieren a partir del poder que conservan.

No deja de ser llamativo que para el filme la peor villanía pase por la mentira, por el montaje de un discurso que luego no se aplica en la acción. Por eso el mafioso que controla la ciudad, Chudnofsky –muy buena actuación de Christoph Waltz, releyendo su papel del Coronel Hans Landa de Bastardos sin gloria-, no termina siendo el tipo más jodido, sino un político, mucho menos sincero y mil veces más cobarde en su maldad.

Y eso se ve asimismo en la amistad entre Reid y Kato, dos tipos que entablan un vínculo especial –que por momentos roza lo homoerótico- a partir de sincerarse en sus frustraciones, en sus metas no logradas, en sus deseos y ambiciones. Y que también se pelean –en una gran secuencia, donde las trompadas se combinan con un violento uso de los objetos- por las mismas razones.

El Avispón Verde es una película que habla a los gritos, tirando patadas para todos lados y reventando a misilazos coches enemigos, en una marejada de explosiones por momentos un poco cansadora. Se le podrán cuestionar unas cuantas cosas: cierta falta de personalidad demostrada por Michel Gondry en la dirección (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, Soñando despierto y Rebobinados son películas mucho más subjetivas y propias), una figura como Cameron Diaz un tanto desperdiciada, un uso innecesario del 3D que hasta termina cansando un poco la vista sobre el final o un estiramiento en las acciones sobre la segunda parte. Pero también es cierto que Diaz está impecable en sus pocas apariciones y recupera bastante de su habilidad para la comicidad que parecía perdida; y que todas las escenas de alto impacto están filmadas de forma perfectamente coherente por Gondry.

Lo que termina sobresaliendo claramente en un filme como El Avispón Verde y en su autor principal que es Rogen (co-escribiendo el guión con Evan Goldberg, produciendo ejecutivamente y estelarizando) es su voluntad irrefrenable por entretener en primera instancia, por divertir con los mejores diálogos posibles –nada de piloto automático por aquí-, en reventar la pantalla con explosiones de todo tipo. Y en el medio, colar una visión sobre el mundo criminal, la política, el periodismo, el poder, la amistad, los niveles de verdad, la paternidad, el crecer y todas esas cosas sobre las que siempre vale la pena reflexionar un poco. Y luego de pensarlas, subirse a un auto (aunque sea un fiat 600) y salir a la calle a enfrentarse con las peores lacras de la sociedad. El sueño del héroe, nos lo demostró Rogen, está al alcance de cualquiera.