El asesinato de la familia Borden

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Es siempre curioso, llamativo cómo un hecho real puede ser narrado desde una perspectiva distinta -novedosa o no, ésa es otra historia- con el paso del tiempo, o según las circunstancias o la óptica que tiene, en este caso, un realizador.

Porque las crónicas de la época -1892- dan cuenta de un brutal asesinato de un matrimonio, los Borden del título, y el director Craig William Macneill tiene, imagina y ofrece tal vez desde el presente otra visión.

La película se titula en el original Lizzie, que es el nombre de la hermana menor de los Borden, interpretada por Chloë Sevigny (Los muchachos no lloran). Es una familia rica, que ha amasado una fortuna, pero que se niega a disfrutar de los beneficios de la modernidad como, por ejemplo, la luz eléctrica.

La casona a la que llega Bridget (Kristen Stewart) para emplearse como doméstica, se encuentra iluminada con velas. No hay una buena relación entre Lizzie y su madrastra (Fiona Shaw, la tía Petunia de Harry Potter), y menos con su padre Andrew (un siempre serio y con el entrecejo apretado Jamey Sheridan). Lizzie teme, y con razón, que éste le deje toda la fortuna familiar a su vil hermano John (Denis O'Hare).

Hay algo, o mucho, de patriarcado en esta película. Porque el Señor Andrew, quien no permite que Lizzie salga sola de noche, y puede transar si regresa a la medianoche, es severo, manipulador y machista, y se aprovecha sexualmente de Bridget.

Que en esa casa haya como un caldo de cultivo para perpetrar un asesinato se veía venir desde el título.

Basado, sí, en un hecho real, El asesinato de la familia Borden tiene una estructura de encierro, es casi hermética. Transcurre casi toda dentro de las paredes de la casa, en los límites que impone el padre. Lizzie sufre cierta enfermedad, y está claro que en cualquier momento el padre decide internarla y apartarla de la familia. La hermana mayor de Lizzie (Kim Dickens, de Fear the Walking Dead), mucho que no pincha ni corta.

Y este último verbo mucho tendrá que ver con la trama.

El asesinato... se sostiene en las interpretaciones de Sevigny y Stewart, antiheroínas de un relato del pasado visto, analizado y contado con ojos del presente. Pero en cierto momento algo se desbanda, y lo que parece una denuncia contra el patriarcado y el machismo toma otra coloratura.

Lo verán, o no, si deciden ver este drama con tintes de thriller.