El aro: resurrección

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Primero y principal hay que aclarar que El aro: Resurrección no tiene nada que ver con la saga japonesa original, ni con la estadounidense. Es una producción china, basada en la novela digital She Died on QQ, de Ma Boyong, y si por ahí deambula un espectro de cabello negro, largo, y va vestido de blanco, no es Sadako.

Tampoco es Yoko Ono.

O sea que se cuelgan del vestido blanco y exitoso para aprovecharlo.

También no está de más mencionar que algunos elementos de la trama se tocan con El conjuro: El diablo me obligó a hacerlo, pero ya sería hilar demasiado finito, porque lo que cuenta la película de Hollywood estrenada este año se basa en hechos reales (algo modificados) y la novela de El aro: Resurrección es posterior a los hechos, no a la película con el matrimonio Warren.

Así que vayamos a lo que sí es real, este filme en el que una joven estudiante, Zhou Xiaonuo (Yihan Sun) está devastada por el suicidio de una prima. Le resulta raro, y lo extraño será que a la prima le había llegado una novela virtual en la que ella había participado hace años. Paralelamente a que otros jóvenes empiezan a morir al leer un nuevo capítulo que, misteriosamente, se subió a la web, la protagonista comienza a tener visiones de una mujer -la de cabello largo y negro, vestida de blanco y que no es Yoko Ono: ésa-.

¿Quieren más rarezas? Quien lee esa novela experimenta, ¿cómo decirlo?, fenómenos extraños. No tarda mucho en advertir, junto al aguerrido Ma-Ming (Meng-Po Fu), un adicto a las redes sociales y también a todo lo que esté relacionado con lo fantasmal, que si alguien no se pone a investigar la novela web maldita, bueno, los cadáveres comenzarán a acumularse.

Lo cual no sería un problema para un filme de terror.

El título de la novela, She Die don QQ, está relacionado con el servicio de mensajería instantánea china QQ, especie de Whatsapp en aquel país.

El asunto es que no conviene ponerse a leer los capítulos de la novela en la web, porque ya se sabe lo que le puede pasar al que la lea. ¿Será que alguien está copiando los asesinatos, algo truculentos, como figuran en la novela? ¿Será un asunto de fantasmas?

Por de pronto, el director Norio Tsuruta era el de El aro original japonés. Y el hombre sabe lo que es asustar a su público. Tremendamente oscura, y con un doblaje al castellano que realmente no ayudó a la hora de ver El aro: Resurrección, la película también se permite el salto entre distintos universos -el real; el fantasmal- creando una sensación de extrañeza que, quizá, tal vez, en una de ésas, sea de lo mejor de toda la proyección.

Porque la leyenda o moraleja que se ve al final…