El amor y otras historias

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Alejo Flah profundiza en “El amor y otras historias” (Argentina, España, 2014) algunas cuestiones relacionadas a la vida en pareja y los ideales que sobre ella pueden crearse a partir de la mente de un guionista de cine (Ernesto Alterio) y la división que en su propia cabeza se crea sobre la realidad y el ideal del amor que desea tener. Mientras acepta la crisis que tiene con su pareja (Julieta Cardinali), Pablo (Alterio), escucha la propuesta de su amigo productor cinematográfico (Luis Luque) de escribir una historia de amor que hable además de la situación actual de las relaciones amorosas.
Pone manos a la obra y el ir y venir entre la propia historia de Pablo y la de los protagonistas de su guión (Quim Gutierrez y Marta Etura) dinamizan el relato, que además se estructura con una serie de personajes secundarios (en ambas historias) que refuerzan la idea de homenaje a las comedias románticas más clásicas. Cuando hace unos meses “El Crítico” de Hernán Guerschuny, se afirmaba como el filme que reflexionaba sobre el relato amoroso en el cine, aún no habíamos visto esta comedia en la que sentencias como “las comedias romántica terminan donde deben, sino se parecerían a la vida” descubren un elaborado pensamiento sobre el género superador de la propuesta del crítico que “soñaba en francés y blanco y negro”.
A medio camino entre “Mas extraño que la ficción” y el cine que habla del cine y su dispositivo, el mayor acierto del filme de Flah es poder superar la idealización del amor y el estereotipo con actuaciones naturales y diálogos que, principalmente en la historia de Pablo, siguen potenciando la idea disparadora de la cinta. “El amor y otras historias” es una película cosmopolita, pero no porque transcurre en Barcelona, Buenos Aires y París, sino porque principalmente, ubica a sus personajes en un contexto y locación en el que la ciudad es un personaje más dentro de la acción y articula sus encuentros.
Los personajes de Flah van y vienen y en algún punto se mezclan, sin división entre las historias, conforme avanza la acción y el espectador deconstruye las escenas para poder discernir a qué corresponde cada situación. Pablo reflexiona sobre el amor y lucha con sus propios fantasmas y sus miedos y avanza en la historia sin que el deadline lo apremie. En cada diálogo y escena que crea arma una historia completamente diferente a la suya, lo que no quiere decir que sea la que el imagine para su realidad.
“El amor…” bucea en la idea que “un escritor es alguien que está a medio camino entre la vida y la obra” y afirma una idea sobre la pasión y el amor que sólo en el final de la historia de Pablo logra terminar de cerrar. La película cuenta con una solidez actoral (Etura, Areces, Gutierrez, Luque, Antonopulos, Cardinali) que sólo desentona por el esfuerzo de Alterio para dotar de acento porteño a su personaje, algo que no logra y que además molesta a lo largo del filme.
Película entretenida para hablar de un tema universal desde dos puntos de vista y en el que la reflexión sobre la importancia de la verdad en las relaciones sólo suman dinamismo a escenas pensadas y diálogos en algunos casos impostados, pero que logran sonrisas pese a la dureza de algunas reflexiones.