El amor dura tres años

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

Una peli que se las sabe todas

Para abordar la comedia romántica hay que tener conocimiento sobre las reglas del género y al mismo tiempo humildad para permitirse descubrir aspectos sobre una historia, sus personajes y los temas que se transitan, transmitiéndoselos al espectador. El amor dura tres años demuestra un desconocimiento llamativo sobre cómo funciona la comedia romántica -o más bien sabe la teoría, pero no la práctica- y a la vez cree conocer todas las respuestas sobre los misterios de la vida. Y la verdad que es muy aburrido pasar una hora y media con un film que se la pasa diciendo que es lo más genial del universo.
El film, de entrada, ya tiene una contra importante: su protagonista es lo menos carismático del universo, en casi ningún momento genera empatía con el espectador. Marc Marronnier es un crítico literario que, luego de divorciarse, escribe un libro con un seudónimo donde hace toda una descarga en contra del amor, la pareja y las mujeres, y que termina convirtiéndose en un inesperado éxito. El problema es que en el medio conoce a Alice, la pareja de su primo, con quien comienza una relación amorosa, sin que ella sepa que él es el autor de una obra a la que ella considera tan infantil como misógina. A Marc lo vemos con todas sus contradicciones a cuestas y lo cierto es que nos importa poco y nada, porque tanto cuando se muestra cínico y machista, como cuando se revela sentimental y totalmente enamorado, lo hace desde la superficialidad, sin que se perciba ningún tipo de coherencia en sus conductas.
El director y guionista Frédéric Beigbeder (quien adapta su propia novela) apunta a replicar el estilo de Woody Allen en la neurosis que muestran los personajes, y el de Stephen Frears/John Cusack/Nick Hornby en Alta fidelidad en la mirada a cámara, interpelando a cada rato al espectador, pero su visión se termina pareciendo bastante más a la de Adrián Suar en Igualita a mí y Un novio para mi mujer. Es decir, lo que tenemos es al típico macho con rasgos intelectuales al que se le terminan perdonando todas sus hipocresías porque bueno, el pobre muchacho en el fondo es sensible, débil, se equivoca, tuvo una historia pasada que no resultó y miren que está recontra enamorado. Lo está básicamente porque lo decidió el guión, a pesar de la poca química que tiene con la chica en cuestión.
En el medio, El amor dura tres años se la pasa tirando líneas supuestamente ingeniosas, de las cuales casi ninguna da resultado. Lo mismo le sucede con ciertas ideas visuales para causar risa o emoción en el espectador, que al final terminan causando vergüenza ajena. Indudablemente el ego de Beigbeder es grande y piensa que está en condiciones de hacer la comedia romántica del nuevo siglo, cuando en verdad sus ideas atrasan unas cuantas décadas. No sé cómo será su literatura, pero su cine es tan pedante como intrascendente.