El ambulante

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Una historia mínima del cine

El documental El ambulante recupera la figura del "Ed Wood" argentino

Consagrado en la competencia internacional del último Bafici (donde ganó el premio del público) y galardonado luego también en varios otros festivales, este retrato sencillo y eficaz sobre Daniel Burmeister, una suerte de Ed Wood argentino que recorre los pueblos más aislados del país filmando solo, con su camarita de video al hombro, películas interpretadas por los propios vecinos, tiene todos los atractivos (empezando por buenas dosis de humor y empatía) para trascender el generalmente limitado alcance de los documentales.

Los tres directores -con una mucho más profesional cámara HDV- siguen a este hombre de 67 años y casi 60 películas en su haber desde que llega en su destartalado Dodge 1500 al caserío de Benjamín Gould hasta que se retira -rumbo a otros destinos cinematográficos- luego de haber filmado durante un mes (y estrenado el producto terminado ante la atenta y emocionada mirada de los improvisados actores y del resto de los vecinos del lugar) una comedia muy bizarra que incluye desde escenas de casamiento hasta otras ambientadas en el cementerio local.

Entre el making of y la historia de vida de este "loco lindo", los realizadores construyen un amable y por momentos emotivo trabajo (por suerte evitan cargar las tintas) que funciona mejor cuando descansa en una estructura narrativa más armónica que cuando apela a los testimonios a cámara o cede a cierta demagogia o a una mirada un poco condescendiente. Epica minimalista, film sobre los sueños y la fuerza de voluntad, El ambulante resulta una lograda reivindicación del cine más artesanal que se pueda imaginar.