El amante

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Libertad, amor mío

El director italiano Luca Guadagnino y la actriz escocesa Tilda Swinton han conformado una extraña pareja (artística) que alcanza en El amante su mejor versión. Es ella -una de las productoras del proyecto- lo más destacado de un film de claro espíritu viscontiano sobre las desventuras (y aventuras) afectivas de una matrona de origen ruso en el sento de una familia aristocrática de Milán.

El film -que también tiene algo de Madame Bovary- expone los usos y costumbres, las contradicciones y las miserias, los secretos y mentiras del núcleo intergeneracional (abuelos, padres, hijos) y cómo se maneja el poder dentro de una empresa familiar que tiene (debe) adaptarse a los retos de la globalización.

En medio de ese universo bastante tenso y represivo, la Emma de Swinton (quien aprendió a habar italiano con acento ruso para este trabajo) encuentra el placer y el escape en un affaire con un joven chef (Edoardo Gabbriellini). Me gusta el sentido del erotismo que maneja el film, pero las escenas de sexo -en especial una larga en medio de una naturaleza exuberante- me parecieron demasiado forzadas, calculadas y, por momentos, hasta un poquito grasas.

El amante consigue en ciertas secuencias una gran intensidad dramático-emocional y hasta fascina con sus climas que van de lo opresivo a lo sensual. Sin embargo, en otros pasajes, a partir de la invasiva música de John Adams y los regodeos exhibicionistas del DF Yorick Le Saux cae en ciertos clisés del cine de qualité y en el ejercicio de estilo.

Más allá del notable protagónico de Swinton, Guadagnino construye interesantes personajes secundarios (el rígido marido, la hija lesbiana que interpreta Alba Rohrwacher, la ama de llaves que encarna Maria Paiato y que todo lo entiende).

Melodrama nominado al Globo de Oro al mejor film extranjero y al Oscar por su vestuario, El amante es de esos films que pueden dividir aguas. Quienes gusten de las pasiones amorosas con elementos trágicos, de las historias que van contra las convenciones sociales y la corrección política, la película de Guadagnino constiutye uno de esos estrenos que ya no abundan y que no debería pasar inadvertido.