El agente de C.I.P.O.L.

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Hace mucho tiempo, cuando la guerra fría se debatía entre países como Rusia y Estados Unidos, o al menos, comenzaba incipientemente, el relato sobre seres superpoderosos de la CIA o de la KGB, antagonistas por excelencia, reinaba en las pantallas cinematográficas y televisivas.
También hace mucho, pero mucho tiempo, las historias, principalmente las que se desarrollaban por TV, llegaban a estas latitudes con mucho tiempo de diferencia y hasta de manera no continua. Hoy en día tecnología en progreso ad infinitum todo se comparte instantáneamente, o al menos, con unas horas de diferencia.
Dentro de ese universo en el que una historia se introducía en los hogares casi sin pedir permiso, pero con la seguridad de saber que la empatía y la llegada sería instantánea, la serie de TV “The man from U.N.C.L.E” supo ganarse un lugar en el rating y principalmente en niños y jóvenes que veían en sus ídolos Napoleón Solo e Illya Kuryakin la cristalización de todos sus anhelos.
En la puesta al día de la serie en versión fílmica y con dirección de Guy Ritchie de “El Agente de C.I.P.O.L” (USA, 2015) todo está bien, demasiado bien, y no hay más que asistir una vez más a las peripecias de estos antagonistas Solo (Henry Cavill) y Kuryakin (Arnie Hammer) mientras intentan detener un plan siniestro para terminar con el mundo.
Todo es cool, todo es filmado con un amor por lo que se refleja, que se termina generando una atmósfera y una química de “bromance” tan explícita que ni la intervención de Gabrielle Teller (Alicia Vikander), una joven que los ayudará, pero que nunca terminará de cerrar su participación con ellos (no sabemos hasta el final si está del bando de los buenos o de los malos), o la belleza impoluta y estoica de la villana de turno, Victoria Vinciguerra (Elizabeth Debicki), pueden traspasar la poca química de los protagonistas masculinos.
“El Agente de C.I.P.O.L” peca de soberbia en aquellos momentos en los que Ritchie explora los paisajes cosmopolitas en los que desarrolla la acción, y busca con planos elegantes, estilizados y extensos travellings enfocar la narración en la que Solo y Kuryakin se miden y exploran.
Desde la primera escena todo lo “cool” y “trendy” de los personajes termina por dilatar la verdadera acción en la que la historia intenta emular el espíritu dinámico de la serie original. Lamentablemente a pocos minutos de iniciado todo es en donde “El Agente de C.I.P.O.L” comienza a flaquear, porque la química entre los protagonistas nunca llegan, y Ritchie lo sabe, pero él sigue enfocado en mostrar a estos metrosexuales compitiendo por si un vestido para Gabrielle combina mejor con una u otra fragancia.
Para quienes no busquen más que un pasatiempo retro, en el que la evocación a la serie “The man from U.N.C.L.E” claramente no opacará su recuerdo, “El Agente de C.I.P.O.L” será el filme ideal. Pero aquellos que intenten encontrar y hasta recuperar aquella dinámica entre los protagonistas del emblemático envío deberá mirar hacia otro lugar, porque esta versión es una mala adaptación al siglo XXI de un programa, que ya desde su origen, por el contexto histórico en el que surgió, ha dejado de ser lo que era hace tiempo.