El agente de C.I.P.O.L.

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Revista Noticias

Guy Ritchie es una especie de malentendido del cine. Con trucos de cámara y montaje cool, logró ser aplaudido por muchos con sus primeras películas, Juego, trampas y dos armas humeantes y, especialmente Snatch. Su jueguito irónico es bastante precario, pero cuando tiene actores como la gente (caso Robert Downey Jr. en sus dos encarnaciones de Sherlock Holmes), funciona mejor. Aquí toma la serie de los años sesenta que lanzara a Robert Vaughn y David McCallum y logra un trabajo digno. El asunto está ambientado en plena Guerra Fría y obliga a un agente soviético y uno americano (aquí Armie Hammer y Henry Cavill respectivamente) a enfrentar una amenaza sin cuento. Hay chicas, también. La película carece de un “gran cuento” pero abunda en algo que podemos llamar “parodia nostálgica”, una especie de gran ayuda memoria sobre cómo eran esas historias y esas películas de espías y tiros de cuando James Bond recién aparecía (porque es claro que todos estos agentes de la TV y el cine son hijos de Bond). Lo mejor es la química entre los dos actores y el realizador, por una vez, deja de lado la mayoría de los chiches vertiginosos (que los hay, claro, pero no ocupan tanto el primer plano) para dedicarse a fotografiar a sus estrellas. La decisión es sabia aún si la película es apenas un rato de entretenimiento que se disuelve fácil. Glamour y gente piola, por ahí va la cuestión, como siempre en el caso del director.