Eden

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

“Eden” es una película fundamental, que centra sus miradas en el éxito y el fracaso en el mundo de la música electrónica.

Las grandes películas son las que hacen sentir al espectador lo que sienten los personajes, y las que logran hacer descubrir a ambos una verdad. Dirigida por Mia Hansen-Løve, Eden está dividida en dos capítulos, titulados “Paraíso garage” y “Perdido en la música”, y se centra en la vida del joven DJ Paul Vallée (Félix de Givry), desde que empieza a gestar su dúo llamado Cheers, al comienzo de la década de 1990, hasta la actualidad. El eterno peregrinar de Paul por los bordes de la noche (en los que el divague dance, las drogas y el sexo ocasional son las constantes) le sirve a Hansen-Love para retratar la movida de la electrónica desde adentro, desplazándose con la cámara por sus intersticios y haciendo foco en sus verdaderos protagonistas. Si bien se centra en un solo personaje, esto es en realidad un pretexto para cubrir un espectro más amplio: el de toda una generación.

Lo genial de Eden es lo que su directora hace con Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo, es decir los Daft Punk (además de usar su música como banda de sonido), cuyo ascenso y triunfo se mantiene en fuera de campo. Hansen-Love cuenta la historia de los músicos que usan casco desde el reverso de la trama, desde el lado de los que perdieron, de los que quedaron locos por las drogas y reventados por la noche y se tuvieron que dedicar a otra cosa.

Mientras Cheers insiste en su camino, en su sonido (el garage, una mezcla de house y disco), Daft Punk musicaliza los años y se hace conocido en el mundo entero. Mientras más under es uno, más popular es el otro. Campo y fuera de campo, se trata de dos historias que se cuentan con una maestría notable.

Hay escenas que definen una película, como la de la joven que toca la canción Within mientras Paul la ve desde un costado del boliche, pensativo. A Paul le cae la ficha de que el sueño terminó, y a los espectadores de que la película que están viendo es grandiosa. La sensibilidad del momento es apabullante. La melancolía que transmite, su sensación de profunda tristeza, conmueve hasta las lágrimas. Sólo por esta escena se justifica decir que Eden es una película fundamental.