Eclipse

Crítica de Ezequiel Obregon - EscribiendoCine

Si me tocás...¡matáme!

Si hay algo que se mantiene intacto a través de toda la saga iniciada con Crepúsculo (Twilight, 2008) es su tono de fábula pro abstinencia, edulcorada con una imagen publicitaria y escenas de acción cada vez más previsibles.

El león de la Metro ha dejado de rugir, y Bella (Kristen Stewart) ha tomado la posta muy discretamente. Y sí, mírenla con su carita de ángel, intentando convencer (cada vez con más éxito, bendita persistencia) a Edward (Robert Pattinson) de que la vampirice y vivan en la eternidad. ¿Sangre? Bueno, unas pocas gotas. ¿Sudor? Mmm, más bien poco: el clima es frío. ¿Lágrimas? Ninguna. Mucha sensiblería pero nadie llora. ¿Esperma? (Perdón por el término, pero como venimos hablando de fluidos…). Bueno, ni rastros, por más de que la chica le proponga al muchacho que le haga el amor de una vez por todas. Y en el medio de tanta efervescencia contenida está el triángulo amoroso más ramplón del cine para adolescentes.

Si había algo en el micro clima juvenil que le daba autenticidad a la serie, ahora sólo queda la telenovela encorsetada. Los hombres lobo cobran mayor protagonismo y algunos vampiros explican sus reconversiones, con flash-backs que en unos pocos minutos intentan (fracasan) darle mayor coherencia al relato. Jacob (Taylor Lautner) también tiene más relevancia en Eclipse (2010). Para qué… Es indudable que el trío protagónico no carece de fotogenia, incluso Stewart enfrenta con convicción a varias escenas que rozan el ridículo. Pero Lautner opta por ponera disposición del relato sus tres únicos rasgos faciales, aunque las fans de seguro agradecerán su torso desnudo y mirada sensual, como si estuviera siendo fotografiado para el afiche publicitario de un perfume.

Casi anecdóticamente pasa la trama, que deambula entre el drama familiar y el melodrama. Hay un nuevo villano manipulado por Victoria, malvada ya conocida por los dos films anteriores. Vampira resentida, domina los impulsos amorosos de un “recién llegado” para qué éste ataque a la protagonista. Uno se pregunta, ¿por qué no lo hizo sola? Y se suman inverosimilitudes varias, como el hecho de que Bella esté muerta de frío dentro de una carpa, para que a las pocas horas ande con una camisita de algodón en medio de la nieve sin chistar.

Eclipse –hay que decirlo- transcurre con fluidez, pues tanta intrascendencia se amenizara con el correr del metraje. La película se auto constriñe, como si se tratara de un protagonista más. Eso le otorga cierta inocuidad con la que termina siendo consecuente. Casi al pasar, aparece la voz en off de Bella para recordarnos que esto es un recuerdo. La elisión de la abundante pasión de la historia (que se matan, se matan, por más de que no se vea ni un moretón) hace pensar que la chica escribió el guión de su vida.Y así le salió, con más pudor que cualquier otra cosa.