Duro de matar: un buen día para morir

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Pasaron muchos años desde "Die hard of live free", la cuarta entrega de la franquicia en 2007. Es cierto, todos amamos la saga. Es muy dificil que a alguien que le guste el género no la tenga dentro de sus favoritas. Las tres primeras han sido memorables éxitos de taquilla y acompañadas bien por la crítica, aunque ya en la última se comenzó a evidenciar cierta falta de dirección (lógica por el cansancio de recrear escenarios similares también, hay que reconocerlo) y esto se hace evidente en "A good day to die hard". A ver, hay que ser claros en esto: es innegable que esta es una película entretenida, está bien filmada (desde lo técnico tiene secuencias sólidas) y hasta puede que te saque alguna sonrisa, pero está lejos del nivel de los clásicos de John McTiernan y Renny Harlin. Veamos porqué...
Parece que la moda de filmar en Europa, por los costos, (y hablando de films de acción), le cierra a Hollywood: "Taken", "Bourne", "In Bruges" por nombrar algunas... Ahora le tocó a "Die Hard" que se rodó en Hungría (excepto algunas escenas panorámicas en Moscú). La producción apuesta a que John McClane pronto (en la próxima entrega), se jubile y le deje el terreno libre a su hijo, quien se presenta en sociedad en esta "A good day..." mostrando que el desafío no le queda grande. Eso si, no es muy expresivo y carece del humor de Willis, pero... está a la altura desde lo físico de lo esperable para este tipo de productos.
La historia... John (Bruce Willis), está en su tierra y se entera de que su hijo, Jack (Jai Courtney) está en Rusia y con serios problemas: participó en un atentado y será juzgado pronto por su crimen. La situación en Moscú es compleja, hay dos facciones (bah, por así decirlo), enfrentadas y uno de sus líderes está en la cárcel, a punto de ser sentenciado por un tribunal "armado" junto al hijo de Mc Clane. Nuestro veterano amigo llega a tierra roja y rápidamente se da cuenta de las cosas se complican: el pequeño niño con quien no jugaba de chico (siempre estaba trabajando), es un agente encubierto de la CIA y está en una misión peligrosa, que, su padre, llegó para arruinar, o no.
De ahí en más, el encuentro de padre e hijo ofrecerá balas, explosiones, luchas cuerpo a cuerpo, edificios derrumbandose, persecuciones dramáticas, caídas desde varias alturas y alguna nota de humor negro, siempre traída por Willis. Los malos, son muchos, y ellos, como siempre, están solos.

El responsable esta vez, es John Moore, quien tiene una carrera errática en la industria (hizo la nueva "Omen", por ejemplo y le restó mal) y esta vez parece sólo un organizador de juego. Su pericia y la de su equipo parece descansar en manejar vehículos y helicópteros desde su silla y resolver con solvencia las escenas de destrucción, y poco más...
Es más, John y Jack no tienen (en mi opinión), mucha química, el primero luce demasiado aburrido, sin compromiso (trabajo a reglamento?) y su vástago es un Bourne (al estilo Renner) en miniatura, pura fibra, todo cuerpo, poco carisma. Eso sí, se chicanean sobre su relación todo el tiempo aunque eso no alcance para que el espectador se divierta a gran escala. Más allá de eso, como todo film de este calibre, es explosivo visualmente. Son 97 minutos (una de las más cortas de la saga) intensos, plagados de violencia que seguramente serán recompensados con público en sala. La última "Taken", sin ir más lejos, fue vapuleada por la crítica y sus números fueron más que respetables (triplicó su inversión). Esperamos que aquí, suceda lo mismo.
Los fans del género no deben enojarse por mi opinión. Disfruté mucho de lo que "A good day to die hard" ofrece, pero me quedé con la impresión de que algo se está agotando en la propuesta y los productores no dan con el camino para recuperar esos guiones ingeniosos y el clima con que "Duro de matar" nació y se desarrolló. Tiende peligrosamente a convertirse en esas películas que cada año tienen una entrega nueva, sin importar demasiado lo que presentan (ejemplos hay muchos). Y no, me niego a pensar que no se pueda hacer otra cosa con lo que "Die hard" significa para la industria.
Seguro que irán a sala a verla. Y está bien. Lo cual no significa que nos desprendamos de ciertas sensaciones mientras corren los títulos de cierre y visualizamos la sexta entrega...