Dulce de leche

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Mi primer beso

La iniciación en el amor es troncal en la nueva película de Mariano Galperín, cineasta pero también director de videoclips de estrellas del rock, de Charly a Soda Stereo. El director de El delantal de Lili es afortunadamente inclasificable, ya que puede contar una historia truculenta como la de Chicos ricos y otra que es casi la antítesis como esta Dulce de leche , por momentos dulzona, pero llegando a su desenlace, bravita.

Los protagonistas son Lucho (Camilo Cuello Vitale) y Ana (Ailin Salas). El recala en Ramallo para vivir con su madre (Florencia Raggi) luego de hacerlo con su padre en Buenos Aires. Y de pasear en bicicleta con su amigo Pedro pasa a noviar con Ana, a quien Pedro le echó el ojo -sólo el ojo- primero. Lucho la conoció sin saber que era la chica de los sueños de su amigo, así que todo marcha bien, con los jugueteos de la adolescencia, hasta que los mayores se meten en el medio.

Luis Ziembrowsky es el padre comprensivo, de entrada, de Ana, y esa confrontación generacional, el espectador intuye, va a estallar en cualquier instante. Como la decisión que se debe tomar aproximándose al final, que deja bien en claro las hipocresías y el alma más pura de unos y otros, y que, ya se sabe, el dulce pueda ser amargo si no se lo sabe cocinar a la temperatura adecuada. Ailin Salas demuestra que está para más.