Dry Martina

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Bienvenidos al universo de Che Sandoval, un mundo en el que los personajes trascienden la pantalla y se corporizan en íconos a través de la manera en la que se mueven, hablan, piensan, respiran.
En esta oportunidad, una mujer llamada Martina (Antonella Costa), la primera protagonista femenina de un film suyo, será la encargada de comandar una embarcación riesgosa en la que, algunos giros del guion terminarán por consolidar el personaje como uno de los pocos que el cine local ha construido y que puede vivir libremente su sexualidad, su profesión y decisiones, a pesar de los mandatos sociales.
La Martina de “Dry Martina” (Argentina/Chile, 2018) es una heroína. Mientras atraviesa un mal momento en su vida sexual, algunos sucesos personales terminarán por darle la posibilidad de encontrar nuevos vínculos. Si en estos días será frecuente ver mujeres en la pantalla grande renegando de su condición a los GRITOS, Martina resuelve algunas cuestiones particulares que la afectan en su cotidiano de manera simple y sin tantas estridencias.
Che Sandoval ofrece un personaje con muchas aristas, MUCHAS, y tal vez en la acidez de sus palabras, en la incorrección de sus decisiones, y, principalmente, en la capacidad de trascender simples hechos como tomarse un avión para gozar con un chileno en su propio país, hay una búsqueda de un cine diferente, maduro, alejado de clichés, que potencian los planteos iniciales de la propuesta.
“Dry Martina” comienza con la Martina huyendo, porque también es eso, una fugaz escapista de situaciones, que comenzará a ver su universo desmoronarse cuando un circunstancial compañero le devuelva la posibilidad de gozar como antes. Pero Martina no es una ninfómana, al contrario, es una mujer que necesita del otro para poder afirmarse como sujeto de placer, pero también como ser vivo que a pesar de su talento y su profesión, se encuentra en una meseta que la lleva más a deprimirse que a estar eufórica por todo lo que tiene.
Y cuando además del placer, ve o cree que puede tener una vez más una familia, nada será más importante para ella como crearse una fantasía en la que su dolor, su bloqueo, y hasta su cuerpo, dejarán de ser importantes para ella misma.
Che Sandoval ofrece la más sólida de sus películas, con una cuidada producción, con grandes momentos, gags y conflictos resueltos a partir de diálogos punzantes y ácidos, la participación de un elenco de actores secundarios que son más que satélites del personaje protagónico, y una interpretación única de Antonella Costa (me atrevo a decir la más sólida y potente de su carrera), quien pone todo su ser para que Martina sea tan vívida, natural y honesta, en medio de una ciudad y un ambiente hostil.
En tiempos de empoderamiento femenino, de luchas ganadas y de cuerpos expectantes por una igualdad que se clama a gritos, Martina, sin saberlo, ofrece una mirada diferente del universo femenino, una mirada sobre una mujer que se cree hombre y que en su soledad comenzará un camino de transformación, liberación y amor, que nunca antes había imaginado.
(Aquí compartimos la invitación de Antonella Costa a ver #DryMartina en el pasado #BAFICI, gentileza de ludicoymemorioso.blogspot.com )