Drive

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Un gran film que cruza géneros para contar una historia violenta

Hacia la mitad de Drive , uno de sus personajes más interesantes, un mafioso -interpretado por el comediante Albert Brooks- que con el correr del relato elevará de menor a mayor la incomodidad del espectador, cuenta que en un momento de su vida fue productor de cine. Las películas eran una porquería que le hicieron ganar dinero porque, dice, los críticos dijeron que tenían una mirada "europea". El comentario, intrascendente para algunos, cobra sentido y gracia al pensar que el director del film es un danés que tomó elementos del western y del cine de acción, géneros hollywoodenses por excelencia, y los reinterpretó hasta hacerlos propios. Lo que ya estaba gracias a su puesta en escena y particular punto de vista resultó en un todo novedoso. Aunque sus partes no lo sean.

La historia gira en torno a un lacónico chofer de coches que cuando no trabaja en un taller mecánico -al que, nos cuentan, llegó sin explicaciones ni exigencias- se desempeña como doble de cine y necesario cómplice de ladrones que lo contratan para que los ayude a escapar una vez cometidos sus robos. Con planos precisos, ajustados perfectamente a las necesidades de la historia, Refn -ganador como mejor director en el Festival de Cannes de 2011 por este trabajo- y su director de fotografía (Newton Thomas Sigel) pintan a este hombre solitario en unas pocas escenas nocturnas. Las persecuciones policiales entre los puentes y las calles de Los Angeles, puro concreto, son el escenario ideal para esta historia dura que con el correr de los minutos se tensa y explota en una violencia gráfica, no apta para impresionables.

El chofer sin nombre ni pasado, puro presente de mirada intensa y escarbadientes siempre en boca, se cruza con una vecina y su pequeño hijo y algo pasa. Algo similar a una amistad se forja en un par de encuentros entre estos dos personajes que no dicen mucho, casi nada, pero que parecen entenderse. Ella, interpretada por la británica Carey Mulligan, espera por su marido encarcelado que eventualmente quedará libre para complicar el incipiente romance de los protagonistas además de arrastrarlos a una compleja trama de deudas, robos y unos mafiosos que no perdonan.
Aires de Tarantino

Con el cruce de géneros y la utilización de una sorprendente banda de sonido que remite a la electrónica de los años ochenta, el film se acerca al cine de Quentin Tarantino, aunque mientras el realizador de Bastardos sin gloria utiliza el homenaje al género hasta volverlo pastiche, Refn se detiene antes, y el resultado es demoledor. Especialemente en su minucioso desarrollo de los personajes empezando por el protagonista que encarna Ryan Gosling. El actor de Secretos de E stado y Loco y estú pido amor consigue hacer del silencio de su personaje y de sus modos fríos e impasibles una bomba de tiempo. Un trabajo de interpretación que construye en cada interacción con el resto de los personajes. Además de su casto enamoramiento con la vecina, establecerá lazos con el pequeño hijo de ella y con su jefe, un perdedor empedernido, un amuleto de mala suerte al que Bryan Cranston (conocido por su papel en la serie Breaking Bad ) le exprime hasta la última gota de jugo. Lo mismo que hace con su personaje el mencionado Brooks jugando a ser ese criminal que va más allá de los estereotipos y clichés con los que suelen cargar este tipo de roles.