Drive my car

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Drive My Car (Doraibu mai kâ, 2021) es una de las diez películas nominadas al Oscar destinado a premiar la producción del año 2021. Se trata del primer film japonés en llegar a la nominación en la categoría más importante de todas. Aunque a lo largo de los años muchos títulos no hablados en inglés pudieron ser elegidos para todas las nominaciones, solo unos pocos lograron alcanzar ese lugar. Hace unos años ocurrió algo aun más inusual, una película coreana, Parásitos (2019) ganó el Oscar a mejor película. Aunque suene una generalización absurda, la Academia ha posado sus ojos en oriente y el juego se abrió, al menos por ahora.

Drive My Car tiene como protagonista excluyente a Yusuke, un actor y director de teatro que junto a su esposa, guionista de televisión, viven la angustia de haber perdido a su única hija. Para Yusuke no será la última tragedia. Su esposa, que él sabe le es infiel con un actor, muere sorpresivamente sin que ambos pudieran hablar sobre el tema. Yusuke acepta dirigir una adaptación de Tío Vania en un festival de teatro a realizarse en Hiroshima. Por razones de protocolo una joven llamada Misaki le es asignada como chofer y los largos viajes en auto son un lugar para explorar sus angustias y su dolor. La silenciosa conductora carga también sus culpas y traumas y ambos se identificarán a lo largo de los días en los que harán los trayectos hacia el lugar de los ensayos.

Las tres horas que dura la película son la adaptación de un relato breve del autor japonés Haruki Murakami, lo que también ayuda a llamar la atención de los miembros de la Academia a la hora de las nominaciones. Pero no es el Oscar el punto de mayor reconocimiento hasta la fecha, Drive My Car ganó tres premios en el festival de Cannes. La conexión entre esa competencia y el Oscar es algo bastante común. Pero a pesar de su duración la película es muy intimista y tiene pocos personajes. La mayor parte del tiempo transcurre entre los viajes en auto y los ensayos, donde los diferentes personajes hablan o escuchan un texto grabado. La construcción elaborada de la narración no llega, sin embargo, a justificar esa duración. No está estirada la narración, simplemente se excede con un prólogo que se lleva casi un tercio de la historia. Justamente cuando, de manera inusual, aparecen los títulos de la película luego de más de treinta minutos desde que comenzó, queda claro que esa es la parte que podría haber quedado fuera de la historia. Pero en casi todo momento hay una escena lograda, un encuadre, un momento que tiene personalidad e ideas. No tantas como para hablar de una obra maestra, pero sí como para valorar la construcción que plantea el director.

Drive My Car tiene en total cuatro nominaciones: Mejor película, mejor director (Ryûsuke Hamaguchi), mejor guión adaptado y mejor película extranjera. Como es habitual, tiene chances en el último de estos cuatro premios, pero aunque se fuera con las manos vacías ya encontró un lugar en la historia del cine. Lo que no pudo lograr es que la forma de ver cine tuviera la diversidad de otras épocas. Apenas una sala de cine en Argentina y el estreno en MUBI, una plataforma de gran calidad pero marginal en comparación con las más importantes. Si hay algo que es evidente es que Drive My Car es una película para ser vista en cine. La forma en la que plantea el conflicto, los climas que logra y la mencionada duración de tres horas es algo que se disfruta y se entiende mejor con la experiencia de una sala.

Murakami y Antón Chéjov tal vez le abrieron la puerta del Oscar. La pequeña moda del cine oriental de estos años es otra posibilidad. Tampoco se descarta el bello detalle de un personaje sordo, una de las actrices que participan de la obra. Ella es una pieza clave de la trama y tiene la reflexión final, algo obvia, de la película. Si Coda, una remake americana de un film francés, es otra de las candidatas fuertes de este año, es evidente que la Academia ha puesto el foco en las personas sordas, no solo este año, recordemos también Sound of Metal (2019). Los Oscar son tan arbitrarios y volátiles como absolutamente todos los premios del mundo, con la única diferencia que el mundo les reclama a las pobres estatuillas que cumplan con una serie de normas que a nadie más le exigen. El Oscar, cada vez más acorralado, trata de ir con los vientos que corren. Si las películas son buenas o malas, es otro tema.

Drive My Car tiene ahora el interés de muchos, aprovechemos la puerta que se abre para un cine con poco espacio en general. Tal vez detrás de este título venga un reconocimiento y un crecimiento de la oferta del cine de Japón, una de las mejores cinematografías de todo el mundo.