Downton Abbey

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

“¿Mira quién viene a cenar”, podría ser el título de la película. En efecto, este largometraje basado en la popular serie emitida entre 2010 y 2015 tiene como punto de partida la llegada a Downton Abbey de una carta oficial informándo que el rey Jorge V (Simon Jones) y la reina María (Geraldine James) han decidido hospedarse una noche en la fastuosa residencia de los Crawley como parte de su gira por Yorkshire. La noticia, por supuesto, sorprende y convulsiona tanto a los dueños de casa como a los sirvientes, que esperan estar a la altura de las circunstancias. Poco durará esa expectativa, ya que pronto se enterarán de que los monarcas planean llevar para la cena y el desfile a sus propios organizadores, cocineros, mozos, etc.

A medida que los enviados de la Corona se van instalando en Downton Abbey crecen las tensiones con los Crawley y sus empleados, pero Julian Fellowes desde el guión y Michael Engler (un veterano director del mundo de las series, incluidos 4 episodios de esta, pero con escasa experiencia en cine) desde la puesta en escena nunca abandonan un tono ligero, superficial y basado sobre todo en ese irónico humor negro que tan bien manejan los británicos.

Habrá alguna que otra intriga palaciega, desavenencias políticas con los irlandeses, flirteos y romances (hétero y homosexuales), internas entre los trabajadores, desajustes en el protocolo, fastuosas cenas y bailes, pero todo con un espíritu zumbón. Es que en el universo de Downton Abbey hasta los elementos más trágicos (o los cínicos y despiadados one-liners que dispara Violet, la condesa viuda de Grantham interpretada a sus 85 años por la genial Maggie Smith) ocurren como de manera casual, casi en plan lúdico.

La pregunta del millón es, inevitablemente, si Downton Abbey -la película- se sostiene por sí sola en lo artístico y, si bien la respuesta es positiva, también es cierto que no tiene demasiado sentido para los no iniciados en la serie de Fellowes. Son dos horas disfrutables para cualquier cinéfilo en su exposición de los usos y costumbres de principios del siglo XX, sí, pero lo serán mucho más para los que han seguido de cerca, con una sonrisa casi permanente, las tragicómicas desventuras de estos queribles personajes durante nada menos que seis temporadas.