Dos tipos peligrosos

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Recuperando el espíritu de las series de los años setenta, aquellas que con una impronta de buddy movie llenaron las pantallas de TV, una fresca y desparpajada puesta al día resulta “Dos tipos peligrosos” (USA, 2016) de Shane Black (“Kis Kiss, Bang Bang”, “Iron Man 3”), que con los protagónicos de Ryan Gosling y Russel Crowe, es sin dudas una de las sorpresas de la temporada.
En el filme veremos cómo terminan enredados dos “perdedores”, por decirlo de alguna manera, tras la misteriosa desaparición de una actriz porno. Sumada a esta desaparición, y la muerte de todos los que participaron de una producción de estas características, cuando la hija de una importante jueza (Kim Basinger) se ve involucrada en el tema, todo se confunde y complica.
Así, el guión del propio Black y Drew Pearce, comienza a pura acción, con una joven modelo muerta tras un accidente de automóvil en una casa. Un niño ve cómo esta muere, y parte de la inocencia de él se pierde en ver cómo el cuerpo inerte de la mujer se queda sin vida.
En esa pérdida de la inocencia el director impone una mirada particular, como así también un ritmo, en el que nada ni nadie es lo que parece y para el que hay que estar atentos para poder completar el circuito en el que Holland (Gosling) y Jackson (Crowe) deberán comenzar a moverse para cumplir con el objetivo de encontrar a la joven desaparecida.
Y si en un primer momento ellos chocan por convicción, tipo de actividad, etc., cuando ven que es innecesario el seguir peleando y que juntos será más fácil encontrar a Amelia (Margaret Qualley), esa joven que entre idas y vueltas va dejando pistas sobre su paradero aún a su pesar.
Holland y Jackson no estarán solos, lo acompañará la pequeña hija del primero (Angourie Rice), testaruda como ella sola, sostén de su padre, y en consecuencia, de la dupla que comenzará a trabajar en el caso.
Mientras avanzan en la investigación sobre Amelie, deberán toparse con una serie de personajes del submundo de las drogas y la prostitución, con los que no sólo lucharán y enfrentarán, sino que, principalmente, deberán convivir para lograr llegar a un buen puerto en el caso.
El brillante guión posibilita que, a partir de punchline y gags, la construcción perfecta de, valga la redundancia, dos personajes imperfectos, con los que uno rápidamente puede empatizar por lo patéticos y exagerados de los roles dentro de la narración que tienen asignados.
La música, la recreación de escenarios, la vestimenta, y el conjunto de los departamentos artísticos que trabajaron en “Dos tipos peligrosos”, potencian la dirección de Black, qe apela a artificios del género (zoom ins, aceleramiento en los planos, etc.) para terminar por cosntruir el relato.
Mención aparte la utilización de la confusión como mecanismo narrativo, desde la presentación de la abuela de la joven muerta (Lois Smith) y la resolución del caso al estilo “Scooby Doo”, que permiten no sólo la identificación con el género sino con el disfrute total del filme.