Donde se esconde el diablo

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Es curioso que pese a un cast con grandes nombres provenientes del cine y la tv como Jennifer Carpenter, Rufus Sewell y Colm Meaney, o el relevo de jóvenes actrices y actores en papeles protagónicos nada logre levantar el interés de una cinta como “Donde se esconde el diablo” (USA, 2014).

Hay algo de ya visto, ya temido, ya pensado, ya expuesto, que pese a que claro está que “todo ya fue dicho, filmado, escrito” bien se podría haber pensado en alguna vuelta de tuerca para generar el interés en un producto, que pese a las intenciones de su director Christian E. Christiansen (con el antecedente de haber sido nominado al Oscar en el rubro mejor corto de acción, y una larga trayectoria en diferentes posiciones en la realización y producción) nunca se puede construir un verosímil que pueda sostener la propuesta.

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Claro que se puede decir que nada más inverosímil que un filme de terror, pero cuando las premisas de la historia son claras, y luego la narración acompaña la idea, nada sería tan difícil como contar el “cuento” que se decidió desde un inicio.

En “Donde se esconde el diablo” la historia comienza con un flashback en el que seis niñas nacen el sexto día del sexto mes de diferentes madres en una pequeña y devota aldea Amish. Aparentemente en la anécdota del múltiple y simultáneo nacimiento hay una vieja profecía que indica que en su cumpleaños número 18 una de las niñas se convertirá en la ayudante del demonio y arrasará con quien se acerque a ella.

En el presente las jóvenes se muestran con ganas de superar la barrera que les impone la religión y tradición menonita, pero nadie igualmente, excepto Mary (Alycia Debnam-Carey) seguirá creyendo en la maldición que supuestamente pende sobre ella y sus amigas, a pesar que es la única del grupo que constantemente posee alucinaciones que no hacen otra cosa más que indicarla como la “elegida” por el diablo.

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Su padre (Sewell) es condescendiente con ella, pero su madrastra (Carpenter) intenta a pesar de todo seguir controlándola y mantenerla dentro de las tradiciones y cultura amish. El reverendo del pueblo (Meaney) hostigará a las jóvenes, y se convertirá, para el espectador, en el principal sospechoso de las muertes de cada una de las jóvenes que se sucederán en los días previos a que cumplan 18.
Todos es predecible, todo es filmado de manual, hay un aire a telefilme clase B de los años ochenta del siglo pasado que atraviesa y trasciende la propuesta, y que nunca puede separarse del producto barato en el que termina convirtiéndose.
“Donde se esconde el diablo” es una película mala, olvidable, una de esas que ni aún no habiendo nada para ver merece un minuto de atención, y eso que con el elenco, premisa y lugar en el que se eligió desarrollar la acción podría haber terminado en algo mucho mejor que lo que finalmente se muestra