Directo al corazón

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

El encantador Danny Collins de Pacino

El film de Dan Fogelman sobre este músico de los '70 que debió dedicarse a la interpretación por el escaso éxito que tuvo como compositor, es una pequeña pieza artesanal y querible a la medida del carismático y gran actor.

No se puede pasar por alto lo absurdo que significa que un film llamado Danny Collins reciba en su estreno local el nombre de Directo al corazón. Dicho esto, pasemos a la película. Danny Collins fue un joven compositor inspirado, lleno de sueños a comienzos de la década del '70. Pero su fracaso lo llevó a hacer una música más comercial, menos personal y a cantar temas de otros. Ya viejo y frustrado a pesar de su gigantesco éxito, Danny Collins (Al Pacino, obviamente) se entera en su cumpleaños 70 que John Lennon le había escrito una carta que jamás le llegó. Esa carta será lo que finalmente lleve al límite la crisis del cantante y busque empezar de nuevo con su vida artística y personal. Danny Collins es una película pequeña, de perfil muy bajo, casi destinada a pasar inadvertida, a pesar de tener cuatro estrellas de cine en su elenco (Al Pacino, Christopher Plummer, Annette Bening, Jennifer Garner). Sin duda es una película independiente, de esas que buscan hacer sentir bien al espectador, no aquellas que buscan plantear una estética moderna o transgresora. El director aprovecha la muy carismática figura de Pacino y también algo de su vejez y decadencia para que el personaje le ajuste como un guante. Pacino se ríe de sí mismo y de sus propias frustraciones, lo que le otorga al personaje una gran profundidad y calidez. Está claro que no hay más pretensión en esta película que contar una pequeña y sencilla historia de alguien que intenta redimirse. No hay muchas novedades y la película atraviesa varios lugares comunes acerca de las relaciones familiares, las segundas oportunidades y la búsqueda de la felicidad. Se agradece, eso sí, que ninguno de los actores intente hacer un show o busque en la sobreactuación la manera de conseguir el cariño de los espectadores. Esa sobriedad y la humildad de la película la convierten en un film querible, aun cuando su vuelo sea limitado y de efecto corto. El prestigioso guionista Dan Fogelman acá debuta como director y es posible que por los actores que eligió su película llame la atención, pero sin duda se trata una pequeña pieza artesanal querible y simple, alejada de la búsqueda de premios o las palmas de oro de los festivales. El espectador que se sienta cómodo con esta propuesta y sea benigno con un film limitado, sin duda pasará un agradable momento. Al Pacino, como Danny Collins, es un poco chanta, es un poco decadente, pero es definitivamente encantador. El es la medida exacta de la película.