Diario de un seductor

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Los comienzos en el periodismo de Hunter S. Thompson, otra vez en la piel de Johnny Depp

Proyecto impulsado por Johnny Depp, Diario de un seductor se basa en un libro parcialmente autobiográfico que Hunter S. Thompson (1937-2005) escribió en los sesenta pero que recién se publicó en 1998: TheRumDiary . Dos aclaraciones: la primera es que Hunter S. Thompson fue un legendario periodista y escritor, creador e ícono del periodismo gonzo (fuerte impronta subjetiva y cruces ficcionales, entre otras cosas). La segunda es que la película aquí se estrena con un título que predispone al equívoco. "El diario del ron" era mejor, más preciso y más distintivo. La película de Robinson no apunta a contar la vida de "un seductor" sino que muestra el momento de iniciación del protagonista en el periodismo, en los albores de la década del sesenta, en un caótico y decadente diario de San Juan de Puerto Rico. Ese bautismo laboral, además, funciona como un curso acelerado sobre las tramas del poder.

Alcohólico y asiduo cliente del minibar de la habitación del hotel, Paul Kemp (Depp) comienza la película tambaleando. Y el tambaleo y el alcohol son dos motivos, visuales y temáticos, del film. De ese tambaleo también se contagia la narración, que parece tener como eje una trama inmobiliaria y una historia de amor, pero que se vuelve errática en muchos momentos, sobre todo en el precipitado final. El formato "diario de un escritor" puede tener entradas anárquicas y a veces hasta es saludable ese desorden: no se trata de prescribir una narrativa lineal, pero lo cierto es que Diario de un seductor parece construirla, orbitar alrededor del conflicto entre el protagonista (Depp) y su antagonista (el millonario, el verdadero seductor de la película, interpretado por Aaron Eckhart). Si Diario de un seductor es negativamente errabunda es porque la propia película promete otra cosa, y hasta carga las tintas en un andamiaje de conflicto fuerte mediante apuntes desprovistos de sutileza sobre "el contexto social y político". De todos modos, más allá de esta flojera estructural, que más que flojera tiene aspecto de indecisión (tal vez para no imitar Pánico y locura en Las Vegas , también basada en Thompson y también protagonizada por Depp), la película tiene chispazos, momentos de belleza, entre otros las miradas entre Kemp y Chenault (Amber Heard, que sabe retorcer el personaje de tentación rubia), el veloz desafío en coche y hasta algunas riñas de gallos (que siempre hacen acordar a Cockfighter , la obra maestra de Monte Hellman de 1974).

Al fin y al cabo apoyada en un libro de alguien preocupado por la potencia de las palabras, Diario de un seductor contiene muchas frases memorables, algunas dichas por actores que aportan interpretaciones festivas, felices, sabias, como Richard Jenkins y Michael Rispoli. Depp, cuando logra sacarse de encima el peso del homenaje póstumo a su adorado Thompson, brilla bajo la luz del sol tropical, brilla con su pasado de estrella juvenil y brilla con su personaje, cargado del filoso futuro de un diamante loco.