Desterro

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Una película que deposita sobre nosotros interrogantes existenciales. ¿Cuáles son nuestros deseos más íntimos y que estamos dispuesto a arriesgar para obtenerlos? “Desterro” funciona sin caer en la linealidad, problematizando y cuestionando en espejo, la narrativa construida de nuestro mundo. Es un retrato partido; a la vez un trayecto de una mujer en movimiento, tanto como el velo descubierto de la propia identidad mutada. La tragedia que se desarrolla es también una posibilidad de pensarnos a nosotros mismos. Existen hechos concretos, como una vida rutinaria, una desaparición y una llamada fatal, pero también puede pensarse de modo más alegórico y la metáfora enriquece a esta propuesta experimental. Presentada en el último festival de Rotterdam, “Desterro” alude, en su título a una referencia idiomática que grafica, por un lado, la ausencia de tierra material, y, por otro, a la carencia de suelo emocional donde pisar. Esa falta de hogar, ese nido vacío que vislumbra la atmósfera de desapego que atraviesa al film. ¿Adónde volver si no se puede pertenecer? El primer largometraje de ficción de María Clara Escobar nos presenta las intenciones estéticas de una realizadora a tener en cuenta, proponiendo una mirada contemplativa, vanguardista y sensible. Una experiencia audiovisual fragmentada que nos convidará de alternativas formas de lidiar con el dolor. Se constata en “Desterro” un contraste de conflictos efectivo en niveles más abstractos, como impresión de secuencias poéticas que reflejan la propia conciencia de los protagonistas. Es una reflexión acerca de la condición humana, acometida con llamativa organicidad.