Después de la Tierra

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Filme para que se luzcan los Smith

Al director Night Shyamalan se lo recuerda especialmente por sus películas Sexto sentido (1999) y Señales (2002), que fue un cóctel tramposo con variados ingredientes pseudo religiosos. Luego entró en un declive, que no se detuvo hasta su reciente El último maestro del aire (2010).
En Después de la tierra es coautor del guión, pero la idea original le pertenece al actor Will Smith, quien creó una historia elemental, casi infantil, para su lucimiento personal y de su hijo adolescente Jaden, mientras su esposa Jada oficia de productora.
Se trata de un filme de ciencia ficción ambientado en el futuro, mil años después que la Tierra sufrió diversas catástrofes por maltratos ecológicos y los humanos que pudieron sobrevivir se refugiaron en el planeta Nova Prime, donde sostienen una guerra sin cuartel con monstruos conocidos con el nombre de ursas. Pero conservan novelas, como la famosa Moby Dick.
Will Smith interpreta al autoritario y emblemático general Cypher Raige, quien mantiene una conflictiva relación con su hijo Kitai, de catorce años, a quien obliga a tratarlo de "señor". Katai es cadete y a pesar de reprobar el examen para ascender a "comando", es invitado por su padre a participar en una misión intergaláctica.
Pero la nave sufre desperfectos por causa de una tormenta de asteroides y debe realizar un aterrizaje de emergencia en la Tierra, que recuperó su naturaleza, pero está invadida por animales salvajes y amenazas tóxicas.
La nave se parte en dos y como las heridas de Cypher le impiden moverse, envía a su hijo a recuperar el radiofaro que le permita enviar una señal intergaláctica de socorro. El aparato quedó en la parte trasera de la nave, que cayó a cien kilómetros de distancia.
Y aquí comienzan las aventuras que vivirá el adolescente Kitai, que se convierten en una carrera de obstáculos y adquieren el carácter de viaje iniciático y la dimensión de alegoría sobre las dificultades que los humanos deben afrontar para alcanzar sus objetivos.
El director retoma algunas cuestiones ya abordadas en filmes anteriores (por caso, en Señales ) como las amenazas exteriores, el discurso ecologista, el valor familiar y el dolor por la pérdida de un ser querido y las culpabilidades emergentes, que aquí se muestran a través de recurrentes flashbacks.
Sin embargo, la película fue un fracaso en su país de origen, cuestionada por la pretensión de los autores de convertirla en vehículo de propaganda de la cienciología.
Cabe recordar que la cienciología es una doctrina creada por el norteamericano L. Ronald Hubbard, sustentada sobre intereses económicos, que derivó en una secta que en algunos países es considerada una "banda organizada" a la que sólo pueden ingresar personas exitosas.
Lo peor de este filme es, precisamente, el adoctrinamiento de Cypher a su hijo, con el enunciado de postulados aleccionadores, como "el peligro es real, pero el miedo es una invención de nuestra mente".
En cambio lo mejor es la puesta en escena, algunos efectos visuales y la ambientación en los espesos bosques de Costa Rica, magníficamente captados por Peter Suschitzky.