Desierto particular

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Lo mejor que tiene para ofrecer Desierto particular es usar no una, sino dos veces, Total Eclipse of the Heart interpretado por Bonnie Tyler. No es de extrañar que ganara el premio del público en algún festival cerrando con una de las grandes canciones de la década de los ochenta. Pero se necesita algo más que pagar derechos de canciones para hacer buen cine. Y Desierto particular es una obvia acumulación de clichés del siglo XXI con una fuerte carga de culpa progresista. La clase de película ideal para los tiempos que corren, la favorita de cualquiera que sienta que experimente la culpa mencionada. Una exploración con poca gracia de la masculinidad en la actualidad.

La historia es la de un policía acusado, con razón, de violencia dentro de la fuerza y suspendido de servicio. En la vida cotidiana es generoso con su padre militar, anciano y senil, a quien cuida con todo el afecto posible. Daniel (Antonio Sabola) vive en silencio la angustia de todo esto y su único alivio es una mujer, Sara, con la que se escribe por teléfono. Cuando finalmente decide salir de la ciudad e ir a buscarla, descubre que Sara (Pedro Fasanaro) no es una mujer y Daniel deberá decidir si mantiene su decisión y busca allí la felicidad o si retrocede y vuelve a la ciudad que ha dejado atrás.

La tesis de la película, a pesar de sus arrebatos de modernidad formal, es bastante obvia y la estructura completamente clásica. Tiene oficio más allá de sus reflexiones tardías y elementales el director se las ingenia para narrar con la cámara más que con los diálogos, aunque también recurre a ellos si algo le queda sin mostrar. Desierto particular es la película menos arriesgada que se puede hacer hoy, aunque esto no la vuelve ni taquillera ni popular. Su demagogia es para círculos cerrados, no para todo el público.