Desconectada

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

En camino a Colombia

Si bien en un principio las películas de pantalla de computadora o escritorio o “screenlife”, uno de los rubros del cine de género con mayor crecimiento durante el Siglo XXI, parecían de hecho apenas una corriente más dentro del marco englobador del found footage/ metraje encontrado o quizás el mockumentary/ falso documental, dos vertientes interconectadas que explotaron en popularidad a posteriori del estreno de La Última Transmisión (The Last Broadcast, 1998), de Stefan Avalos y Lance Weiler, y El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999), de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, la verdad es que consiguieron en gran medida independizarse de planteos previos gracias a su paulatina homologación con el “desktop thriller”/ suspenso de ecosistema virtual, panorama que prontamente derivó -como de costumbre, cuando un formato se vuelve relativamente conocido entre la fauna cinéfila- en una catarata de obras mediocres o fallidas como por ejemplo Megan Is Missing (2011), faena de Michael Goi, The Den (2013), de Zachary Donohue, Eliminar Amigo (Unfriended, 2014), de Levan Gabriadze, Ratter (2015), de Branden Kramer, Host (2020), de Rob Savage, Spree (2020), de Eugene Kotlyarenko, Safer at Home (2021), de Will Wernick, Untitled Horror Movie (2021), de Nick Simon, y Dashcam (2021), también de Savage, entre otros bodrios oportunistas del montón que siempre pretenden subirse al tren del éxito cuando los recursos invertidos son muy pocos y las ganancias potenciales muchas.

No obstante el screenlife como género, en su acepción del desktop thriller, asimismo nos dio sorpresas gratificantes que han venido alejando al esquema retórico en cuestión del ya cansado entorno sobrenatural, ese que el indie de todo el planeta pretende seguir explotando por la abundancia de cineastas imbéciles y redundantes, así nos hemos topado con películas variopintas e interesantes en sintonía con Open Windows (2014), de Nacho Vigalondo, Eliminar Amigo 2 (Unfriended: Dark Web, 2018), de Stephen Susco, Buscando (Searching, 2018), de Aneesh Chaganty, Perfil (Profile, 2018), de Timur Bekmambetov, y C U Soon (2020), opus de Mahesh Narayanan, un grupo al que ahora viene a sumarse Desconectada (Missing, 2023), secuela de la superior Buscando aunque con una trama independiente dirigida y escrita por los editores de aquella, Will Merrick y Nicholas D. Johnson, a partir de una historia de base ideada por Chaganty y su socio habitual, Sev Ohanian, quienes a su vez fueron los responsables de la también maravillosa Run (2020), de un Chaganty de linaje hindú que para aquel film con Sarah Paulson y Kiera Allen decidió abrirse del screenlife y volcarse al thriller de impronta clasicista. Desconectada, justo como las otras producciones de Bekmambetov del formato, Buscando y Perfil, unifica la ciclotimia narrativa del nuevo milenio con la levedad vertiginosa y lúdica del suspenso de la década del 90, cuando ese pulso semi pausado de los 80 comenzó a mutar en el mainstream en un frenesí ampuloso.

La gran protagonista es June Allen (Ava Zaria Lee de pequeña, Storm Reid de adolescente), una joven negra de 18 años que idealiza a su padre blanco James (Tim Griffin), un sujeto que murió hace tiempo a causa de un tumor cerebral, y vive con su madre también de color, Grace (Nia Long), cuarentona que está noviando con un asiático, Kevin (Ken Leung), con el que planea vacacionar en Cartagena de Indias, Colombia, mediante un viaje solo para la pareja que dejará a la púber al cuidado de una amiga de Grace, la abogada Heather (Amy Landecker). Con semejante título no hace falta aclarar de qué va la cosa, por ello basta con decir que ahora la que desaparece es Grace, primero aparentemente en Colombia y luego en su Los Ángeles natal, motivando una investigación de parte de un agente del FBI, Park (Daniel Henney), y la pesquisa en paralelo de la propia June, quien recibe la asistencia de un colombiano al que contrata on line, Javier (Joaquim de Almeida), mientras considera como posibles sospechosos a Kevin, el cual termina “ejecutado” por el aparato represivo colombiano, y Heather, degollada en su oficina como si la faena fuese equiparable además a un giallo setentoso. La chica, desde su computadora hogareña y ayudada también por su amiga Veena (Megan Suri), se rehúsa a sopesar a su progenitora como sospechosa adicional incluso cuando parece confirmarse que todos los registros visuales del periplo a Cartagena fueron fabricados con una actriz que simuló ser Grace, Rachel Page (Lauren B. Mosley).

Desconectada no es tan fundamentalista como otras obras del screenlife y sabe escaparle al escritorio de Allen cuando el relato necesita de algún flashback o flashforward dentro de una concepción narrativa de lo más delirante, léase llena de caprichos y soluciones un tanto forzadas, aunque indudablemente entretenida, algo que es de festejar tratándose de un metraje bastante inflado de casi dos horas. Como en Buscando los instantes melodramáticos abundan pero no molestan ya que están trabajados desde la honestidad familiar y no desde ese cinismo atolondrado tan habitual en el Hollywood de hoy en día, además Johnson y Merrick consiguen reducir el número de herramientas virtuales para la investigación de la mocosa en comparación con la andanada interminable de programas/ aplicaciones de otros desktop thrillers muy similares, enfocándose en esencia en Gmail, Instagram, Facebook, WhatsApp, FaceTime y servicios genéricos de cámaras remotas y una app ficticia de citas a lo Tinder, Luvly. El desarrollo retórico resulta eficaz y fluido y el desempeño de Reid y Almeida muy loable, siempre complementando el contraste entre las ideas y vueltas algo absurdas de la desaparición/ secuestro, por un lado, y el devenir sumamente mundano de la protagonista, por el otro, una joven cuyas principales “armas” son el Timeline de Google Maps y el viejo y querido arte de hackearle la cuenta de mail a terceros, en pantalla primero a Kevin y después a Grace, un minimalismo sutil que le hace mucho bien a la propuesta…