Delirium

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Si vieron el tráiler de “Delirium”, saben que la idea era a priori, genial. Es más, parte de un supuesto generado por las cuantiosas cifras que recauda cualquier película que protagonice Ricardo Darín (excepto la española “Una pistola en cada mano”, de Cesc Gay en la que tenía un rol secundario, en el resto, el hombre es garantía de éxito y ya sabemos que nunca baja del millón de espectadores en cada film). ¿No es entonces un lugar común fantasear que con Darín en el line-up cualquier proyecto (incluso el más delirante) facturaría en forma?
El eje de la trama es la de tres amigos, un poco perdidos en la vida que buscan pasar al frente haciendo dinero fácil. Y nada mejor que intentar un camino rápido, conseguir al actor más importante de la escena local y ponerlo a trabajar con la idea de hacerse ricos de la noche a la mañana.
Martin (Ramiro Archain), Federico (Miguel Di Lemme) y Mariano (Emiliano Carrazzone), cranean un plan que funciona de inmediato, porque Darín cree que uno de ellos es hijo de un conocido de hace tiempo. Entonces accede a rodar un corto creyendo que es para una escuela de cine.
“Delirium” arranca como un tanque, se lleva todo a su paso. Durante la aguda primera hora, hace del desparpajo, un lugar donde nos sentimos cómodos y disfrutamos con los gags físicos e ingeniosos (la entrevista para buscar fondos en la entidad oficial que otorga subsidios es buena de verdad). Entra Ricardo, y ya sabemos, se mete al espectador en el bolsillo más chiquito del saco.
Y el menú ya está servido. Pero es ahí donde comienza el problema de Carlos Kaimakamian Carrau, el hombre detrás de las cámaras. Todo está listo y viene bien (los cameos de los periodistas marcan una línea interesante)… pero… se detiene el motor inexplicablemente y “Delirium” comienza a perder el rumbo.
Falta sustancia cuando comienza el rodaje del falso corto y lo que se despliega después, no tiene la calidad del principio. Ahonda en lugares comunes y su humor se va desvaneciendo, sin sorpresas hasta el final.
A pesar de los esfuerzos del gran actor argentino, dejamos de sentirnos cómodos y entretenidos.
Pero cuidado, como producto original, transgresor, “Delirium” es un intento a tener en cuenta.
Tiene un inicio brillante pero el resto del metraje no logra sostener la premisa y se queda corto con lo que propone, como si faltaran ideas y vueltas de tuerca para mantener la locura propuesta. Sin embargo, es un exponente de un cine que comienza a perfilarse en busca de un público propio y esa búsqueda debe respetarse. A barajar y dar de nuevo, con o sin Ricardo, por supuesto.