Declaración de vida

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Golpe al corazón

Valérie Donzelli es una actriz que, pese a que recién tiene 40 años, ya trabajó en más de 50 producciones (cortos y largos, cine y TV) y dirigió un puñado de títulos (antes de Declaración de vida había filmado La reine des pommes y posteriormente realizó Main dans la main).

Más allá de su prolífica y diversa carrera, la consagración le llegó en la edición 2011 del Festival de Cannes, cuando estrenó en medio de una aclamación generalizada La guerre est déclarée, aquí insólitamente rebautizada Declaración de vida para su estreno comercial.

Donzelli reconstruye aquí (como directora, guionista y protagonista) una etapa durísima de su propia vida: el largo proceso desde que se enamora de manera apasionada de un hombre, queda embarazada, es madre, descubre que su hijo sufre de un tumor cerebral, y empiezan un largo y tortuoso tratamiento para el niño.

Y Donzelli no es la única que pone el cuerpo en pantalla. También lo hace el padre del chico (Jérémie Elkaïm, además coguionista) por lo que la intensidad, credibilidad e intimidad del proyecto están más que garantizadas.

Luego de esta introducción es lógico que el lector imagine que estamos ante un lacrimógeno dramón de aires televisivos. Nada más inexacto. Sin descuidar la complejidad médica y, sobre todo, emocional de este derrotero, la película está trabajada con un sentido del humor y un desparpajo que la convierten en una muy bienvenida rareza.

Donzelli “bebe” del espíritu de la nouvelle vague y sus continuadores, del cine de François Truffaut, Agnès Varda y Jacques Demy, y se permite interludios musicales, momentos de humor absurdo y situaciones extremas trabajadas con un espíritu experimental.

Si no podemos hablar de una película brillante es porque Declaración de vida resulta un poco maniquea, por momentos algo torpe (los personajes se llaman… Romeo y Julieta), y -más allá de lo sentida y visceral que es- resulta a veces una suerte de ego-trip demasiado obsceno. La película, además, está concebida como una suerte de agradecimiento al sistema de salud pública de Francia (se rodó en las instalaciones del mismo hospital donde esa familia prácticamente se instaló durante meses, años) y es entonces cuando cede a su faceta más convencional.

Más allá del absoluto protagonismo de Donzelli y Elkaïm, aparecen durante el relato desde grandes intérpretes como Anne Le Ny y Frédéric Pierrot (encarnan a distintos médicos que participaron de los tratamientos) hasta colegas como Riad Sattouf y Serge Bozon en pequeñas participaciones especiales.