De despojos y costillas

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

ATANDO CABOS ENTRE HERMANAS

Tres hermanas llegan a la casa familiar para repartirse los pocos bienes que quedan y organizar la herencia que quedó tras la muerte de la madre. Serán horas de reencuentros (una de ellas vive desde hace unos años en Canadá) y de pases de facturas, entre intentos de recomposición de estas tres mujeres que responden a diversos prototipos -y estereotipos-: Alejandra (Florencia Carreras), la mayor y la más introspectiva; Laura (Yanina Romanín), embarazada y encerrada en una relación que no parece generarle demasiadas satisfacciones; y Daniela (Florencia Repetto), artista, libre y -obviamente- la rebelde de la familia. En De despojos y costillas, el director Ernesto Aguilar persigue una sensibilidad femenina que no aparece con demasiada lucidez, aunque se agradece el esfuerzo por buscarla y exponerla sin mayores influencias del contexto. El drama será, de manera concreta, las tres mujeres; y habría que sumar una cuarta si agregamos a esa madre ausente que se impone en esencia.

De despojos y costillas responde a cierto diseño del cine independiente argentino que indaga en el universo femenino (Abrir puertas y ventanas aparece como el ejemplo más explícito). Y si bien las buenas intenciones son evidentes, la película no puede escapar de ciertos lugares comunes que los personajes representan tanto en diálogos (algunos medio imposibles) como en el simbolismo de sus cuerpos. Hay unas escenas oníricas que no sólo no funcionan como tales (especialmente la grotesca que protagoniza el personaje de Daniela), sino que subrayan demasiado aquello que en un comienzo se quiere mostrar como sugerente. Sin profundizar en determinados objetos que vienen a representar de manera evidente la destrucción y posterior recomposición de ese núcleo familiar.

La película de Aguilar falla en pretender un vuelo que no encuentra, ni temática ni formalmente. Y va sumando clichés para forzar un final en el que todos los cabos se terminan atando, en pos de una hermandad que termina siendo más amable de lo que parecía en un comienzo.