Cyrano mon amour

Crítica de Manuel Germano - Ociopatas

Cyrano de Bergerac es un nombre que pesa fuerte en el ámbito teatral, la famosa obra ha sido interpretada en todo el mundo más de 20.000 veces tras su estreno en París en 1897. En esta película, el guionista y director Alexis Michalik expone como la pieza teatral fue concebida, el proceso de escritura, la elección de los personajes, los ensayos y varias cuestiones atinentes al quehacer teatral. El resultado es un filme entretenido y sofisticado, a través del cual se conocen en profundidad cuestiones sobre la obra y sobre el hombre detrás de la misma, su autor, Edmond Rostand.

A finales de 1800 en París, el reconocido pero no tan celebrado Edmond Rostand debe escribir una obra de teatro para ser estrenada en breve, antes de la clausura de un teatro. Es una oportunidad única para poder alcanzar el reconocimiento tan merecido y que no ha logrado con sus producciones anteriores. Tras estar mucho tiempo sin escribir ninguna obra, Rostand debe empezar a bocetar ciertas ideas para presentárselas al protagonista de la pieza. La inspiración llega de la forma menos pensada, pero el autor logra encontrar el personaje sobre el cual basar su nueva obra de teatro: Cyrano de Bergerac.

La película se centra y plasma, con licencias poéticas y narrativas que contribuyen al relato, las semanas de escritura y ensayo previas al estreno. De forma ágil y entretenida se presentan los personajes que rodean a Edmond, claves para la construcción de la pieza dramática. Discusiones, amistades, personajes inspiradores y otros muy particulares forman parte de esta cuidada y magnificente producción.

Las vivencias y emociones del escritor se verán reflejadas en la construcción de la estructura dramática, nada está definido ni pensado con antelación; como en su propia realidad, la obra también se modifica. La realidad se refleja en la ficción como una especie de diario personal.

Sin duda, la palabra es un elemento de gran importancia en esta pieza cinematográfica que utiliza una narrativa poética y sencilla. Es la herramienta del romanticismo más ingenuo y puro, de los sentimientos reales que se ven reflejados en la obra teatral que el autor escribe.

El gran acierto de Michalik en este filme, nominado a los premios César el año pasado por Diseño de producción y Diseño de vestuario, es llevar a la pantalla una historia divertida, sofisticada y sencilla, que no tiene grandes pretensiones dramáticas ni narrativas, pero que sin embargo logra emocionar al espectador. Un filme de gran encanto que rinde homenaje a su creador.

Calificación: Muy buena.

Esta reseña fue publicada en Diario La Prensa con fecha 27/06/2020.