Cuestión de tiempo

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Una comedia sobre el tiempo recobrado

Como si se tratara de una celebración, a 20 años de la obra maestra Hechizo del tiempo ( Groundhog Day ) llega lo más parecido a una secuela de esa película que se haya hecho hasta este momento. No son los mismos personajes, no está el meteorólogo interpretado por Bill Murray, no es la misma historia, pero hay lazos innegables. En Cuestión de tiempo , los hombres de una familia reciben, al cumplir 21 años, la noticia de que tienen un don: viajar en el tiempo, pero solamente hacia su propio pasado, con lo que pueden modificar su presente. De esta manera, o mediante este punto de partida argumental, Cuestión de tiempo vuelve sobre algunos temas de Hechizo : ¿qué hacer con el tiempo (el "extra" es la clave de ambas películas) que nos es dado? ¿Cómo aprovechar la posibilidad del "ensayo" en la vida real? Este extraordinario film escrito y dirigido por Richard Curtis dialoga con el sublime film de Harold Ramis. En Hechizo , el protagonista se ubicaba solo y el núcleo del relato era la llegada del amor mediante el mejoramiento individual. En Cuestión se amplía el arco temporal y el arco de relaciones. La historia romántica no marca el final aquí. Hay más: ser novios, ser padres, ser hijos, ser hermanos.

Tim (Domhnall Gleeson), como buen protagonista de comedia romántica, no tiene todo claro. Su don lo ayudará a resolver algunas cosas; otras tendrá que aceptarlas con otras maduraciones, otras resignaciones, otras sabidurías, otras alegrías. Mary está interpretada por Rachel McAdams, una de esas actrices que por ser demasiado bella no recibe todos los premios que merece. El padre de Tim es Bill Nighy (siempre presente en las películas del director), experto en ese humor sin énfasis que disimula las emociones hasta que éstas llegan y se hacen especialmente fuertes.

La película de Richard Curtis, además de tener decenas de situaciones plenas de gracia, timing perfecto y sutiles implicancias que se derivan de una escritura fluida a todo nivel, es enormemente ambiciosa: apunta a emociones universales y a muchas de ellas. Y con pliegues en el tiempo. Es verdad que hay desajustes lógicos o detalles no del todo claros, pero el objetivo de Curtis no es el de hacer una película con rigor científico; en ese sentido, el film es como el personaje del tío Edmond: está pensando en otra cosa y tal vez se hace el distraído ante lo que no le importa.

Los viajes en el tiempo le sirven a Curtis guionista de Cuatro bodas y un funeral y Notting Hill ; director y guionista de Realmente amor para abarcar el arco temático y emocional que busca. Curtis se anima, y si ha tenido el coraje de remitir a Hechizo del tiempo no rehuirá de la reflexión intensa acerca del amor y del tiempo (la vida). Quiere saber y quiere contar, y quiere emocionar y divertir, nobles propósitos a los que llega con una forma que está clara desde el inicio.

Padres amables y amantes y con sentido del humor, hermana y tío excéntricos, una casa a la que llamar idílica es quedarse corto, la costumbre del té en la playa todos (pero todos) los días: desde la primera secuencia es evidente que estamos ante un cuento de hadas y uno múltiple, que va más allá de la parejita. Éste es un cuento de hadas familiar con viajes en el tiempo.

Cuestión de tiempo no es una película perfecta: hay diálogos que podrían ser menos explícitos, hay alguna música que sobra, hay zonas no del todo claras en la lógica temporal. Pero esas objeciones menores se hacen irrelevantes ante la grandeza vital de esta película y su apuesta máxima de usar el cine, arte del tiempo, para resaltar las maravillas cercanas de cada nuevo día.