Cuestión de tiempo

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Richard Curtis, mejor guionista que director, en una propuesta liviana pero cálida

El británico Richard Curtis ha adquirido mayor popularidad como guionista que como director de cine. De él se recuerdan entre otras películas “Cuestión de tamaño (su primer trabajo importante), “Cuatro bodas y un funeral” por el que fuera nominado a un Oscar y “Un lugar llamado Notting Hill” en 1999.
Su carrera como realizador es más corta ya que debutó en 2003 con la deliciosa “Realmente amor” a la que siguió la no estrenada “The Boat that rocked”. “Cuestión de amor” (“About Love”) es apenas su tercera película y probablemente la menos lograda de ellas.
Apenas iniciada, el padre que interpreta Bill Nighy (Davy Jones en “Piratas del Caribe”) le revela a su hijo Tim (Domhnall Gleeson) un “secreto de familia”, que será la base de todo el relato. Se trata de un singular atributo cual es la posibilidad de viajar hacia atrás en el tiempo cuando cumple veintiún años. Tim al principio toma con sorna la confesión de su progenitor. No obstante hace una prueba, consistente en meterse en un armario y extender hacia abajo los puños de la mano, y se sorprende pues efectivamente dicho fenómeno tiene lugar.
La siguiente larga escena, en verdad una serie de idas y vueltas en el tiempo, será quizás una de las más logradas cuando Tim conozca a Charlotte (Margot Robbie) y vaya “ajustando” su plan de seducción a la muy bella joven. Contra lo esperado no será éste el personaje femenino primordial como por otra lo revela la presencia de Rachel McAdams (“Medianoche en Paris”) al tope del reparto. Ella es Mary, norteamericana, y curiosamente y en forma similar al nombrado film de Woody Allen tendrán cierto protagonismo sus padres, de paso por Londres.
El proceso de seducción a Mary también tendrá reiteraciones temporales, voluntariamente provocadas por el dotado joven, que le permitirán evitar un encuentro de un potencial rival con la que se convertirá en su pareja.
El recurso de viaje en el tiempo será repetidamente utilizado como en aquella circunstancia en la cual Kit Kat (Lydia Wilson), la hermana de nuestro héroe, sufrirá un accidente automovilístico. Y en algún momento hasta podrá tornarse algo reiterativo. Inclusive sugerirá la posibilidad de que se juegue con el destino (“efecto mariposa”) de algunos de los protagonistas, planteo éste que resulta algo más interesante. Por momentos hasta puede volverse algo confuso y discutible, pero para el grueso del público no afectará su apego a la película. Efectivamente en una función en una sala bastante colmada, este cronista pudo verificar que en general la reacción mayoritaria de los espectadores era positiva, algo así como lo que los norteamericanos califican como “a feel good experience”. Pero como bien observaba un colega, el problema con “Cuestión de tiempo” es la falta, mejor sería decir la poca presencia, de conflicto.
Pese a las reservas antes apuntadas hay varios elementos a destacar que incluyen a la banda sonora (“Friday I’m in Love” de The Cure), las abundantes referencias cinéfilas (“Amelie”, “High Plains Drifter”/”La venganza del muerto” de Clint Eastwood) y cierta calidez, pese a la liviandad de la propuesta.