Cuentas del alma. Confesiones de una guerrillera

Crítica de Roger Koza - La Voz del Interior

La experiencia incofesable

En ese orden simbólico, cuestionable pero históricamente comprensible, una joven cordobesa y judía llamada Miriam, al inicio de la década del '70, tal vez inducida por su propia historia familiar (sus padres habían muerto en un accidente) y su pertenencia confesional, y llevada por el contexto de su época, se unió a una fuerza política revolucionaria. No se trató, como ella explica, de un desarrollo de la conciencia política sino más bien de una empatía sentida con sus compañeros por un ideal impreciso pero legítimo de construir una sociedad más justa.

Miriam se convertirá en una célula del ERP, será entrenada rápidamente y sin mucha preparación caminará por la selva tucumana. La atraparán junto a otros compañeros. Un tiempo después, justamente el 24 de marzo de 1976, frente a las cámaras de la televisión, se arrepentirá públicamente de su accionar. "Negociará" una salida rápida, irá a Paraguay y mucho tiempo después llegará a Israel, donde vive actualmente.

Miriam, que nunca estuvo convencida de la lucha armada, no dio nombres. Si bien no la torturaron, el antisemitismo y el machismo característicos del escuadrón militar dejaron sus efectos. No es difícil imaginar cuál fue el método elegido. Tampoco fue una igual, después de su arrepentimiento, para sus camaradas políticos. Guerrillera para algunos, traidora para otros: la posición de Miriam desde entonces no fue sencilla.

Mario Bomheker restituye la fuerza del testimonio documental. Una presentación breve del caso, un travelling sobre un barrio israelí, apenas un poco de música y algunos apuntes delimitados por un poco de material de archivo preceden a una entrevista precisa, con no menos de tres o cuatro encuadres para captar a su protagonista sentada frente a una mesa en la que sólo se ve una limonada. Bomheker sí elegirá relacionar el relato de su entrevistada con la tradición judía. El examen de conciencia y el mesianismo son elementos ineludibles de la subjetividad de Miriam.

La entereza y vitalidad de la protagonista son incuestionables, y el entrevistador le inspira la confianza necesaria para que en su relato se reconstruya el pasado y su interpretación. Una experiencia inconfesable se hace pública: la historia personal es Historia universal. Sus palabras pueden incomodar, pero se sustentan en una honestidad brutal y en una humanidad reconocible.