Cuando ya no esté

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Filmada en la provincia de Mendoza, “Cuando Ya No Esté” nos trae las peripecias que atraviesa en cuerpo y alma un personaje que, producto de un fuerte quiebre en su vida, replantea sus vínculos. Un hombre que, a sus sesenta y cinco años, recibe una devastadora noticia a la que hacer frente. ¿Cómo reconstruir, a partir de allí, el vínculo afectivo con su mujer e hijo? ¿Cómo logrará replantear el modo de relacionarse con su entorno? Martín Viaggio, un realizador que gestiona sus propias películas de forma independiente, deposita en nosotros tamaños interrogantes. Productor, guionista y director, elige la contingencia de una historia minimalista que refleja conflictos habituales de la vida de las personas, en la búsqueda de empatía. El responsable de “Amando a Carolina” y “Colegas” aborda una premisa sencilla, insuflándole una tonalidad ciertamente mágica que, minuto a minuto, se vuelve insostenible. De modo lamentable, elige llevar a cabo dicha premisa con un nivel de chatura, tedio, previsibilidad y afinidad a los lugares comunes francamente exasperante.

Noemí Frenkel y Gustavo Garzón no escapan al sopor, incapaces de ofrecer matices a la transformación de sendos caracteres, desde la una lógica y ultra previsible progresión que ocurre en la vida de un matrimonio de cuarenta años, y que el film visibiliza de forma tan subrayada como la sintomática tos que repite el personaje de Garzón. “Cuando Ya no Esté” coloca delante nuestro un dilema existencial que se repite, escena a escena, con la intención de reflejar un pasado que cobra forma de ancla, desnudando ciertas maquetas generacionales respecto al prejuicio sobre la homosexualidad. Queriendo lucir tolerante, luce pasada de moda. Ineficaz en encontrar la sustancia que un buen drama requiere, rellena segundos con postales paisajistas, hilos de agua corriendo y una nostálgica música de piano cuya reiteración logra sacarnos de quicio. La angustia ante la muerte, la cura alternativa, los amores que se dejan en el camino y cómo estos continúan la vida luego de la partida física del ser querido, son temáticas demasiado profundas como para tratarse con semejante nivel maniqueísta, rumbo a un desenlace que da vergüenza ajena.