Cuando las luces se apagan

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Tomando de partida un corto que fue un suceso en las redes sociales “Cuando las luces se apagan” (USA, 2016), de David F. Sandberg, trabaja con una idea tan simple como a la vez aterradora.
Desde pequeños el miedo a la oscuridad es uno de los que más marca a fuego el descanso o no, pero también uno que ha posibilitado la elucubración de un sinfín de posibilidades sobre aquello que la oscuridad encierra en el momento que apagamos las luces.
Así, el relato comienza con la presentación de un hombre agobiado por su trabajo (Billy Burke) que recibe el llamado desesperado de su pequeño hijo Martin (Gabriel Bateman) con un alarmante mensaje sobre el estado actual de su mujer (Maria Bello).
Terminando su actividad y sin prestar atención a los alertas de una de las empleadas (Lotta Olsten, quien además de actuar es una de las creadoras junto a su marido Sandberg del filme) de que algo “extraño” ocurre con las luces, Paul (Burke) avanza en la oscuridad sin prestar atención a su entorno.
Pero algo allí lo vigila, algo imperceptible en los intervalos iluminados del inmenso galpón, pero que agazapado aguarda al mínimo descuido para acechar y terminar con una misión que posee para continuar con su plan.
Ese arranque tenso, pleno de suspenso y con un logrado nivel de referencia de género, es el climax de un filme que a medida que va avanzando en el relato, tomando distancia del arranque, potencia la necesidad de construir un verosímil que nunca termina de forjar.
Si Pau fue víctima de aquello que la oscuridad esconde, su pequeño hijo, su mujer y su hijastra (Teresa Palmer) terminarán por vivir en vida una pesadilla al desentrañarse el origen del miedo, una mujer llamada Diane (Alicia Vela-Bailey), que sólo habita cuando las luces no están encendidas y que será una trampa mortal para todos.
Sandberg crea un universo único para su Diane y la oscuridad, algo que ya se ha trabajado en un sinfín de historias del género, como “Pesadilla” y subsiguientes, y en más recientes, como en la inédita “The Babadook” (Australia, 2014), o “Somnia” (USA, 2016) en las que un misterioso personaje busca vengarse de un hecho del pasado por el que perdieron la vida.
Por momentos la historia cae en lugares comunes, y hasta se puede perder el vector de la narración al concentrarse, en, por ejemplo, el vínculo entre la hijastra (Palmer) y su pareja (Alexander DiPersia), plagado de clichés y lugares comunes, o en algunos giros de efecto que no terminan por cerrar del todo su idea.
Pero cuando profundiza en el imaginario que relaciona la oscuridad con la amenaza, con el miedo y la muerte, y cuando presenta a Diane, un personaje que debe quedar en la historia de los personajes de filmes de terror, por su horrible aspecto, desaliñada y su capacidad para aprovecharse de los más débiles (la madre), “Cuando las luces se apagan” avanza en su propuesta.
Filme que bucea en miedos comunes y universaliza su historia desde la concepción de una historia simple pero efectiva, el director sabe como potenciar los factores que llevaron a su corto a generar un sinfín de posibilidades para transformarlo en un ser largometraje tomando como eje a un personaje despreciable y manipulador, y a la vez asesino.