Cuando despierta la bestia

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

El ciclo de la mujer lobo

Cuando despierta la bestia es un filme de terror que trata un tema trillado de manera diferente.

Hay dos cosas que no se pueden evitar: la muerte y la genética. Tanto el fin de la vida como aquello que es transmitido de generación en generación a través de los genes son hechos ineluctables y, por eso mismo, terroríficos. Los dos dan miedo. Los dos son dramáticos.

Es justamente el drama de la herencia genética el tema implícito de Cuando despierta la bestia, la ópera prima del director danés Jonas Alexander Arnby.

Marie (interpretada por la actriz Sonia Suhl) es una adolescente tímida que vive con su padre y su madre en un pequeño pueblo pesquero de Dinamarca. Algo raro sucede con su cuerpo, una roncha en el pecho la lleva al médico para hacerse un chequeo general. No parece algo grave pero debe tomar una medicación y volver a consulta en dos meses. Mientras tanto, empieza a trabajar en una pescadería, el único trabajo seguro de ese lugar.

El ambiente del nuevo empleo es hostil. La presencia masculina es mayoritaria e intimidante. Las miradas pendencieras de sus compañeros se le clavan como una filosísima daga. ¿Por qué Marie despierta tanta animadversión si su aspecto es de lo más inofensivo? De entrada la bautizan con una bienvenida violenta y nauseabunda. Después le hacen bullying por ser la más joven e inexperta. Marie no la pasa bien. Sin embargo allí conoce a un joven que le presume, que la invita a salir.

Su madre en silla de ruedas padece una extraña enfermedad. El padre y Marie la cuidan, le dan de comer, la bañan. En el pueblo nadie los mira con buenos ojos, todos tienen una actitud de enemistad hacia ellos. Algo misterioso hay en estas personas, un secreto familiar que todos conocen pero que tratan con discreción y miedo.

El director Jonas Alexander Arnby trata el tema (tan trillado) de la licantropía sin caer en la provocación ni en explicaciones psicologistas y redundantes. Todo se cuenta con las imágenes. La puesta en escena es de un laconismo efectivo, en la que la fotografía de Niels Thastum se encarga de darle un tono gris y por momentos irreal al paisaje costero, para resaltar su desolación inherente. Las actuaciones de los protagonistas son gélidas, contenidas, justas.

Más que una película de terror, Cuando despierta la bestia es un drama sobre la discriminación (tanto hacia el género femenino como hacia aquel que pertenece a otro linaje) en clave de película de monstruos.

Y como en toda película que pertenece a este subgénero, acá también los monstruos son los humanos.