Cruella

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

El ejemplo de cómo NO contar una historia de origen

Los clásicos de Disney siguen sufriendo la expansión de sus universos.

De un tiempo a esta parte se ha vuelto muy difícil que ninguna película, por más chata que sea, se quede en una sola pieza de consumo audiovisual. Esto provocó, para bien y para mal, que constantemente y año a año el público consuma una y otra vez las mismas estructuras pero con los cambios de trama pertinentes de cada historia. Eso es a grandes rasgos lo que sucede en Cruella (2021), la precuela e historia de origen de la clásica villana de los 101 Dálmatas (clásico animado de 1961 y que luego tuvo su live action en 1996), que cuenta los primeros pasos en el mundo delictivo de Cruella De Vil (Emma Stone) y cómo se termina afianzando en la cúspide de la moda y las razones de por qué tiene tantas mañas para con los pichichos manchaditos.

Esa es la trama principal de la nueva película de Craig Gillespie, director de muy buenas películas cómo Lars and the Real Girl (2007) y la premiada I, Tonya (2017), pero que en esta oportunidad no logra estar a la altura de lo que uno se podía imaginar. Las razones son muy puntuales; Para empezar es una película que cuenta con cinco guionistas, algo que viene sucediendo en el último tiempo en la casa del ratón Mickey, y eso produce que la historia tenga muchas idas y venidas en cuanto a la calidad de lo que se está contando y no sea una narración amalgamada con un motivo, camino y final claro, y sobre todo, convincente y verídico. El juego de géneros nunca viene mal, pero siempre y cuando estén bien desarrollados. En esta película se juega mucho sobre las influencias, incluso dicho por el propio director, y las referencias son clave pero hay que entender y saber apreciar que NO siempre está bueno jugar con, sobre todo, tantos estilos diferentes porque a fin de cuentas siempre va a haber uno que no cuadre, que se note exagerado y que sólo sirva de relleno.

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Ahora bien, ésta característica principal e insoslayable podría haberse maquillado un poco mejor si el resto de los elementos que se necesitan para hacer una película fueran, de mínima, regulares. Lastimosamente la narrativa está acompañada en un 90% por canciones hit de los años 70 totalmente anti climáticas y fuera de contexto con lo que está sucediendo en pantalla, tiene una sobre implicación constante de temas que no lo precisan, recursos literarios como la voz en off que acompañan el relato sin ningún tipo de propósito y una falta de sentimiento inexplicable para lo que Disney dice ser de sí mismo. Es una película que no propone nada nuevo en ningún aspecto y que está sólo para pasar el rato. Otro aspecto cuanto menos cuestionable es la duración ya que las más de dos horas de metraje se hacen excesivos y si bien nunca llega a aburrir, junto con el vestuario y diseño de producción quizás sus mayores virtudes, se termina haciendo bastante pesada.

Por supuesto que el film cuenta con un suculento elenco de estrellas como la propia Emma Stone acompañada de Emma Thompson, Mark Strong y Paul Walter Hauser, y su calidad como artistas está fuera de discusión pero que terminan siendo atraídos por un guion escrito con los codos por más esfuerzos que hagan y onda que le pongan, no hay un sólo personaje que no termine, por lo menos, generando exasperación en el espectador.

Cruella seguramente quede en el recuerdo cómo la película que quiso ser más de lo que podía otorgar e intentó marcar un impacto desde lo estético. También es la que se olvidó de aquello que las buenas películas se destacan: Saber cómo contar una historia, hacerlo de forma interesante y generar interés por los personajes.