Contrasangre

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

En los últimos años el cine nacional se ha animado a explorar dentro del género noir con avidez y ganas de poder darle una impronta local sin importarle mucho la respuesta del público, y esto no es malo, al contrario, justamente en el “explorar” hay también una idea de poder, de alguna manera, la formación de nuevos espectadores, y, también, acercarlos a la materia.
Las nuevas generaciones de directores, con una impronta cinéfila fuerte, más allá del estudio y dedicación, también han podido trabajar con la forma de las narraciones evitando caer en lugares comunes y clichés.
Repasando la cartelera cinematográfica, y en particular una serie de filmes recientes como “Testigo Intimo” , de Santiago Fernandez Calvete, o “Pájaros Negros”, de Fernando Castellani, el policial es la excusa para jugar con el lenguaje y a partir de allí buscar sentido a la historia que narran.
En el caso de “Contrasangre” (Argentina, 2014), segundo filme de Ignacio Garassino, esta idea se potencia al narrar un cuento de pasión desenfrenada entre personas que han perdido su entusiasmo, sus ideales y hasta sus sueños, y que terminan ensamblándose por casualidad, y casi sin saberlo, hasta el punto de desencadenar una inesperada tragedia entre sí.
En “Contrasangre” hay tres personajes Daniel (Juan Palomino), Analía (Emilia Attias) y Julio (Esteban Melloni) que se relacionarán circunstancialmente a partir de hechos fortuitos y casi banales o mínimos.
Así, mientras Daniel es un ex policía, que en la actualidad se gana el pan trabajando como seguridad en un edificio de una zona acomodada de la ciudad, Analía dedicará gran parte de su tiempo a cuidar del hijo de un vecino. Por otro lado Julio, recién salido de la cárcel, es presentado como un ser atormentado por el pasado y que sólo buscará una nueva oportunidad en el amor.
Aparentemente así, sin conectarlos entre sí, cada uno de los protagonistas tiene la posibilidad de crear un universo particular en el que su motor puede ser visto por el resto como tan sólo la consecuencia de malas decisiones.
Y ahí estará la habilidad de Garassino para profundizar en los deseos de cada uno para comenzar a hacerlos interactuar entre sí hasta el punto de desencadenar el hilo narrativo que hilvanará la propuesta de “Contrasangre”.
“Contrasangre” es un filme que avanza lentamente en aquello que quiere contar, y apela al flashback para develar algunos puntos del pasado de Analía y Julio que no interfieren en el presente de Daniel y Analía.
Estos dos se conocerán por casualidad y terminarán fortaleciendo rápidamente un vínculo amoroso y de protección cuasi paternal, desde el momento que Analía le revele el acoso que sufre por parte de Julio.
Así, la historia que comienza siendo una radiografía social descarnada sobre el mercado laboral en el que se encuentra Daniel, terminará virando hacia una historia de acoso y protección en la que éste terminará convirtiéndose en el protector de una mujer que no confía en nadie, ni en ella misma.
“Contrasangre” habla de seres perdidos que se encuentran para terminar de darse cuenta que aún acompañados la soledad y el pasado los abruma, y que las decisiones, aún la más ingenua que decidan tomar, terminará por afectar al resto sin siquiera permitirse escapatoria alguna.
La película posee una cuidada dirección y un sobrio nivel actoral, en el que se destaca el trío protagónico quizás por ser el más compenetrado con el relato.
Garassino bucea en lo más profundo del policial y recupera algunos íconos del mismo (el policía maduro incorruptible, la mujer a custodiar impoluta, etc.) potenciando una propuesta interesante dentro del panorama del cine argentino.