Conocerás al hombre de tus sueños

Crítica de Santiago García - Leer Cine

LA REBELIÓN DE HELENA

Woody Allen puede haber perdido el rigor estético que lo caracterizaba, pero no los temas que lo han obsesionado desde siempre. En Conocerás al hombre de tus sueños, Allen describe un mundo desesperanzado y el proceso liberador de una persona harta de ser usada por todos los demás.

Conocerás al hombre de tus sueñoscomienza con una cita simplificada de una escena de Macbeth, de William Shakespeare. Misma escena que inspiró el título de la famosa novela de William Faulkner El ruido y la furia. Una posible traducción sería (a partir de cómo la abrevia el film): “La vida está llena de ruido y furia y al final nada significa”.
Quien cita a Shakespeare es una voz en off que presenta al primer personaje, Helena. Helena es una mujer que baja de un taxi en Londres. La cámara en mano, inquieta e inestable, la sigue. Esta mujer, de unos sesenta años, está yendo a consultar su futuro con una adivina. Un pequeño flashbacks, ahora con una cita de Keats (“Truth is beauty”), que la voz en off aclara que no es así…, unos pocos minutos alcanzan para saber qué clase de película vamos a ver y advertir que, con virtudes y defectos, Woody Allen ha cambiado y, a la vez, ha seguido siendo fiel a sí mismo. Y por más comedia que parezca, un film que empieza citando a Macbeth tendrá, por lo menos, un lado oscuro.

En Woody Allen se han alterado algunas cosas de forma notoria. La primera es, sin duda, que él como actor ha ido quedando de lado. En parte porque los años, Allen nació en 1935, lo vuelven poco atractivo para la taquilla –algo que dudo le preocupe- pero a la vez porque los conflictos que él narra suelen estar protagonizados por personajes de otras edades. Aquí, el papel que interpreta Anthony Hopkins, muy parecido a tantos personajes inventados por Allen para él mismo o para otros actores, podría haberlo interpretado él unos quince años atrás. De hecho resulta extraño ver a Hopkins con algunos ticks de Allen durante la película. Aun así, este dato es menor en comparación con otra cuestión más importante: Allen cambió la puesta en escena. Alteró el ritmo, el montaje, el manejo de la cámara. Después de Maridos y esposas, la película que sin que lo supiéramos pondría final al período de esplendor del realizador, la cámara en mano se convirtió en un recurso permanente, aun cuando ya no sea tan brutal como en aquel homenaje estético a Cassavetes. Pero no sólo la cámara. Allen renunció a la narración clásica y al montaje invisible. Así, desde entonces, el montaje en los films de Allen es intencionalmente desprolijo, brutal, acelerado y el zoom –ese recurso casi siempre feo- aparece sistemáticamente. Las secuencias de montaje se multiplican para simplificar y acelerar el film. Esta estética coloca a los últimos films de Allen en un terreno estéticamente menos ambicioso que el de sus mejores títulos, en particular, la más clásica de sus películas: Hanna y sus hermanas. Son menos agradables porque son más caóticas, menos bellas. El único film de la última década que rompe con esta estética es Match Point, pero irónicamente es la menos personal de las películas de Allen desde la puesta en escena. Un último agregado complica un poco las cosas y abre la sospecha: en Conocerás al hombre de tus sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010) aparece una voz en off que muchas veces ha usado en otras películas, pero que acá resulta en exceso explicativa y poco elaborada.

Pero a pesar de eso, y sorprendentemente, la nueva película de Woody Allen tiene una mirada muy definida y su estructura tiene un remate que figura entre lo mejor que ha hecho en los últimos años. La historia es la de Helena (Gemma Jones), una mujer cuyo marido, Alfie (Anthony Hopkins) la ha abandonado, que tiene una única hija, Sally (Naomi Watts), casada con Roy (Josh Brolin), un médico devenido en escritor, pero con una serie crisis creativa. Sally ha postergado sus sueños por apoyar a Roy y recién ahora encuentra un interesante trabajo en una galería de arte. El motor de la historia está en las visitas que Helena comienza a hacer a Cristal (Pauline Collins), una adivina que le da de tomar whisky y que no hace más que comentarle lo que salta a la vista. Incluso por momentos Helena dirá que Cristal le dijo tal o cual cosa, pero no sabremos a ciencia cierta si es así o si lo inventa para justificar sus decisiones. “Dice lo que querés escuchar” le comenta más de un personaje, y si es así, el resultado es el mismo, porque Helena tomará decisiones en base a esto.

Varios temas de Allen aparecen acá, varios tópicos bastante habituales. El hombre mayor con la mujer más joven, por quien se siente atraído por lo físico y no por lo intelectual. La crisis creativa de un artista, que acá remata de forma tragicómica con un plagio a un supuesto muerto que finalmente está vivo. La fragilidad de los sentimientos y de los vínculos entre las personas. La presencia de la magia o la adivinación como método de liberación de las angustias existenciales. Nótese que el psicoanálisis ha desaparecido en este film y que la “terapia” es ahora la que Helena hace con Cristal.

El final es oscuro y desolador, pero a la vez liberador para la protagonista. Roy queda al borde del desastre absoluto y, probablemente, lo pierda todo. Sally no logra la independencia soñada, ha perdido a un buen candidato y su futuro es incierto. Alfie llega al final de su vida solo, con una mujer que le dará un hijo que no es de él, lo que según sus propias palabras es inaceptable. Helena ha logrado lo que iba a buscar cuando conoció a Silvia. Parece que Helena es inocente, naif, vive de ilusiones, cree en una adivina, pero en realidad Helena ha tomado a la adivina como excusa para cerrarle la puerta a su marido, decir lo que pensaba de su yerno (cosa que se ve confirmada por los actos ruines de él) y decirle que no a su hija cuando le pide dinero. Ni Roy, ni Sally ni Alfie consiguen su objetivo. Helena dice basta pero sólo puede hacerlo escudándose en la charlatanería de Cristal. Ha cargado sobre sus hombros la culpa y el peso de los caprichos y el egoísmo de los demás. La historia no se interrumpe abruptamente, es tan solo que la protagonista es Helena y nada de lo que le pase a los demás es ya un problema suyo.