Conan el Bárbaro

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Un universo de espadas y hechiceros

La nueva película de este personaje que nace en medio de una batalla remite a las taquilleras de los ’80 protagonizadas por Schwarzenegger y no defrauda en su premisa básica: acción hasta el final de la cinta.

Una de la consecuencias no planificadas de las remakes –Conan, El bárbaro es, de alguna manera, una remake– es que terminan idealizando los productos en los que se basan. Dos películas de la década de 1980, ambas protagonizadas por Arnold Schwarzenegger, fueron muy taquilleras y le sirvieron al actor de Terminator para comenzar su camino al estrellato. Ni Conan, El bárbaro (1982) ni su secuela Conan, El destructor (1984) fueron obras maestras en su momento ni lo son ahora. Claro que la primera tiene la dirección y el guión de John Milius (el mismo que escribió Apocalypse Now) y todo su universo personal, pero a pesar de eso y un gran elenco, la película era una historia de espadas y hechiceros, un gran género del cine fantástico al cual las historias de Conan pertenecen por derecho propio. El nuevo film remite tanto a estos primeros dos films como a los textos que creó en la década de 1930 el escritor Robert E. Howard. Aquellos films violentos y políticamente incorrectos que no desentonaban tanto en la década de 1980, hoy serían imposibles en un cine de Hollywood que no desea apostar a estas clases de historias sangrientas a la hora del género de aventuras. Hoy por hoy, parece que algunas de las nuevas series de televisión apuestan a un público más adulto que el cine. Pero en ese aspecto, Conan, El bárbaro está a la altura del original. Respetando el espíritu brutal de este personaje que nace en medio de la batalla, con una espada abriendo el vientre de su madre. Es un bálsamo contra el aniñamiento del cine industrial, ver una película como esta, capaz de ser coherente con su propuesta y su universo. Por otro lado, las escenas de acción funcionan perfectamente e incluso sorprenden en varios momentos. La película no se distrae ni se pierde, no se vuelve confusa y va al grano, logrando que sea mucho más efectiva en su objetivo. El protagonista del film, Jason Momoa, es también la figura principal de la serie Game of Thrones y hay que decir que, mérito dudoso, es más expresivo que los otros Conan de la pantalla grande y la televisión. Stephen Lang (el villano de Avatar) compone aquí a otro de sus malvados memorables y logra completar el interés por presenciar esta lucha entre el bien y el mal. En definitiva Conan, El bárbaro no defrauda ni contradice su naturaleza. Acción pura y directa, sin vuelta, de punta a punta de la película.