Con pecados concebidos

Crítica de Roger Koza - La Voz del Interior

Una película que combina el humor y la religión

El filme croata Con pecado concebido transcurre en una isla donde la tasa de natalidad está en baja y un sacerdote decide cambiar la situación.

¿Una comedia religiosa? Tal posibilidad sugiere un oxímoron, más allá del buen humor de algún representante reciente del Altísimo. Es que el humor y la religión parecen esencialmente incompatibles. El punto de partida de Con pecado concebido, éxito absoluto del cine croata, se propone combinar la paradoja recién enunciada: la risa puede nacer de la genuflexión, o en este caso, para ser más preciso, lo cómico puede surgir de la confesión.

En una isla no identificada en el Adriático, un joven sacerdote, tras entender que la tasa de natalidad está en desventaja respecto a la de mortandad, inspirado por una confesión, llevará adelante un plan secreto para garantizar la llegada de nuevas vidas en su comunidad. En la isla la vida erótica no es menor, pero el erotismo no significa necesariamente reproducción. Por lo tanto, él y uno de sus feligreses llevarán adelante un estrategia casi infalible: pincharán todos los condones que se venden en el pueblo.

El método necesitará ser perfeccionado, pues no solamente los hombres se cuidan en la ciudad. Un farmacéutico se sumará a la causa y reemplazará las pastillas anticonceptivas por vitaminas.

De ahí en adelante, no habrá mujer que no quede embarazada en ese paraíso croata.

Pero las consecuencias serán inauditas y no del todo santas, y Vinko Bresan, el director, sin abandonar el costado humorístico de su ocurrencia, incluirá factores menos cómicos, no exentos de moralismo y a veces articulado en una imprecisa ideología crítica respecto de la institución religiosa, y ciertos temas controversiales, como pueden ser la xenofobia, la pedofilia y el nacionalismo rancio, asuntos caros a la religión y a la región.

Con pecado concebido tiene algún que otro intento de originalidad visual, más propia del video que del cine, más allá del simpático travelling inicial con el que empieza la película que puede despertar la fe del cinéfilo a la espera de algo genial.

Ese movimiento de cámara es probablemente el único signo que tendrá el espectador exigente como recuerdo. Para el crédulo, tal vez, la propuesta general será suficiente, sobre todo si cree que la eficacia de una comedia pasa solamente por olvidar una hora y media todo aquello que condiciona la vida cotidiana y que las religiones ofrecen significar y trascender.