Con pecados concebidos

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

El humor como arma

El exitoso director croata Vinko Brešan (How the War Started On My Island; Marshal, Tito’s Spirit, Witnesses y Will Not Stop There) rodó esta tragicomedia con toques satíricos en la que se mete con irreverencia (aunque no siempre con sutileza) con cuestiones bastante irritantes en su país como las rígidas posturas de la Iglesia Católica respecto del sexo (se llega a hablar aunque de manera tangencial de los abusos de los curas).

El protagonista del film es el padre Fabijan (Kresimir Mikic), un joven y entusiasta que llega a la isla adriática de Dnevnik, donde su popular predecesor, el padre Jakov (Zdenko Botic), hace la vista gorda con todo y con todos. Pero Fabijan descubre que la población de la comunidad se va reduciendo porque hay más muertes que nacimientos.

Con la ayuda del kiosquero (Niksa Butijer) y del delirante farmacéutico del lugar (Drazen Kuhn), se encargará de pinchar cada uno de los preservativos que ambos venden y, así, recuperar el crecimiento demográfico (y evitar de paso el “pecado”). Todo desemboca en un verdadero baby-boom que pasa a ser incluso noticia en todo el país. Se sabe que el humor es una buena manera de acercarse a cuestiones controvertidas del entramado social y, en ese sentido, Brešan maneja en primera instancia un tono ligero y desenfadado que se agradece. El problema es que luego va cediendo poco a poco a la tentación de ponerse más serio, aleccionador en su denuncia “importante” (se exponen también las tensiones étnicas).

Desde el tono de las actuaciones hasta el uso de la música, Con pecado concebidos se acerca a un costumbrismo exacerbado, al vodevil tan propio de buena parte del cine de Europa del Este. No es una gran película, es cierto, pero al menos constituye una auténtica rareza para la cartelera local.