Con amor y furia

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Nuevo largo de Claire Denis, una cineasta francesa que es claramente, una de las figuras de la escena de su país en estos últimos años. «Avec amour et acharnement» llega a nuestras salas precedida de un galardón en el festival de Berlín de 2022 como mejor dirección, hecho que muestra a las claras, el destacado momento de Denis, quien se caracteriza por presentar un estilo descarnado, natural y transgresor, en todos sus trabajos.
En lo personal, acuerdo que ella es muy talentosa y su cine es siempre motivo de interés. Excepto «High life» (2018), toda su producción me parece atrapante. «Con amor y furia», trae de vuelta parte del grupo de talentosos intérpretes con los que Denis ha trabajado, para montar un escenario crudo y áspero, la historia de un triángulo amoroso, que implica el derrumbe de una aparente pareja sólida.
Lo primero que hay que reconocerle a esta directora, es que ha elegido un tema incómodo para el espectador. Al menos, al potencial público al que va dirigida la propuesta. No hay aquí tregua alguna para quienes serán testigos de esta compleja tríada, ya que la brutal honestidad de los perfiles presentados sostendrá con sobrado interés las casi dos horas de metraje.
La historia es la de una pareja aparentemente equilibrada y feliz, integrada por Sara (Juliette Binoche) y Jean (Vicent Lindon), quienes abren el film en un paradísiaco espacio donde se los ve relajados y plenos. Llevan 10 años de matrimonio y nada haría sospechar un vuelco en dicha relación. Pero… algo no está bien. Algunos cuadros más adelante, y de forma accidental, Sara verá a François (Gregoire Colin), antiguo socio de Jean, que ha sido su pareja, justo en un tiempo donde su actual esposo dinamitó con su presencia ese vínculo. Denis no se detiene mucho a explicarnos en profundidad lo que Sara piensa, de todo lo que implica este reencuentro.
La instala en una situación en la cual su ex se hará presente, primero en forma sutil y curiosa, luego, en su mente y pensamiento de una forma extraña, errática y descarnada. Jean es un hombre con temas en su vida. Fuertes, pero no anticipa en un principio el inicio de la debacle y eso es un acierto de Denis: todo el film transcurre como una topadora emocional que pareciera previsible pero es ilógica, en cierta manera.
Sara, por razones que sabrá cada espectador apreciar, entrará en crisis e ingresará en una espiral donde nadie saldrá bien parado, porque el precio de cada decisión no sólo deja heridos en carne viva, sino también redirecciona el sentido de cada existencia . Ella siente, elige, vive, se enamora y se desenamora y está bien. La directora lo tiene claro y muestra esa circunstancia atravesada de dolor e incertidumbre. Deseosa de ser amada. Conciente de lo que hay en juego. Pero lista a asumir su elección.
El peso actoral de la trama, obviamente recae en dos intérpretes excepcionales, que no decepcionan. Dominan cada cuadro y poseen una intensidad mágica, descomunal. Colin aporta oficio y piel pero lo que se juega en cada discusión entre Binoche y Lindon es tremendo. Digno de sus enormes capacidades.
Es un dramón, por definirlo de alguna manera, pero da enorme placer verlo. Ser testigo de esta historia es, para mucha gente del espectro de esa edad, es anticipar o revivir algo de todo esto, indirectamente. Y quizás uno de los mejores aciertos de «Con amor y furia», es el peso actoral de la fibra que implica la colisión de un matrimonio y la batalla amorosa que desarma vínculos y redirecciona otros, pagando los precios correspondientes.
Un trabajo, a la altura de su directora e intérpretes. Atrapante.