Como una novia sin sexo

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Debut en el largometraje de Lucas Santa Ana, un realizador que viene pisando fuerte en el corto y en la participación de series y documentales, y que con “Como una novia sin sexo” (Argentina, 2016) termina por consolidar su camino particular hacia una obra que trabaja con algunos tópicos tradicionales y el mundo LGBT para construir sus filmes.
Tres amigos de toda la vida se proponen pasar unos días alejados de su familia en medio de una ciudad lindera al mar. En ese paréntesis que abren en su vida particular se permiten aislarse del mundo entre juegos, arena, agua e incipientes histeriqueos en algunos.
Insospechadamente a uno de ellos (Javier De Pietro) le empiezan a pasar cosas muy fuertes con uno de sus amigos de toda la vida (Marcos Ribas), por lo que decidirá avanzar lentamente para saber si es que a él también le pasan cosas.
Y mientras el tercero (Agustín Pardella) se mantiene alejado de estos acercamientos y planteos entre los dos, la llegada de una mujer desprejuiciada y desinhibida (Luana Pascual), terminará por plantear el conflicto esencial de la narración, al convertirse en el objeto de deseo de aquel al que originalmente querían conquistar.
“Como una novia sin sexo” trabaja sobre la amistad y los límites que en la misma se pueden llegar a presentar cuando una de las partes quiere trastocar el pacto tácito entre ambos. Justamente el título refiere a que uno de los protagonistas plantea que un amigo es como una novia sin sexo, aquel a quien se le pueden confiar todos los secretos y con el que nunca pasará nada más.
Pero Santa Ana justamente plantea lo contrario, trabajando sobre los deseos latentes con una mirada particular sobre las actividades veraniegas de los amigos y cómo los secretos pueden llegar a transformar todo.
La mirada que reposa en los jóvenes muchas veces es complaciente, si el director tal vez planteara la llegada de la joven sin estereotipar su papel, ese conflicto que estalla entre los amigos, podría haber superado el mero planteo.
Porque cuando Santa Ana juega con la cámara y las texturas, como esa escena en la que uno de ellos se masturba y se fusiona con la naturaleza perdiéndose en sí mismo, la película trasciende sus planteos básicos.
“Como una novia sin sexo” juega con sus personajes, los ubica en un marco inmejorable, la playa, un lugar que desde siempre se ha posicionado como el escenario para mostrarse, ser encontrado y además donde la pasión irrefrenable puede terminar por configurar mucho más que un descanso.
Algunos problemas de interpretación por parte de algunos actores, además, hacen que ciertos diálogos resulten completamente inverosímiles a la hora de aquello que están diciéndose. Tampoco ayuda la declamación con la que uno de ellos (Pardella) interpreta las líneas (siempre gritando).
Igual así y todo “Como una novia sin sexo” es un interesante acercamiento a la búsqueda de un grupo de jóvenes, que si bien se dicen cosas a la cara, en aquello que callan es en donde está la clave para entender todo.