Comando especial

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

n general, no tengo un gran recuerdo de “21 Jump Street”, la serie original en la que está basada la película. Viene a mi memoria, se presenta, como una más, con la salvedad de que estaba protagonizada por un carismático Johnny Depp, que por ese entonces (1987) tenía sólo 24 años… Era una historia simple de policías cuya habilidad era hacerse pasar por gente joven e infiltrarse para realizar diversas misiones. Tuvo un relativo éxito y desapareció hacia 1991. Hasta hoy…
En la moda de reciclar, los productores de este Hollywood con cada vez menos ideas, le pidieron a Johan Hill, comediante de moda, que garabatee un guión para hacer una remake de aquel producto, con miras a volverlo a la arena. Nuestro simpático amigo hizo varias versiones y hasta se atrevió, audazmente, a ofrecerle la dirección a Rob Zombie (quien defenestró el libro y rechazó de plano la oferta) aunque finalmente los que saben (?), cerraron trato con el dúo Phill Lord y Chris Miller, quienes venían de un moderado sucedo con su familiar “Cloudy with a chance of meatballs”…
El resultado? Una película menor a tono con el nivel de la comedia americana promedio. La historia transita por carriles ya conocidos: un par de compañeros (si, una clásica buddy-move) de la secundaria (bah, high school que le dicen), diametralmente distintos el uno del otro. Morton (Hill) y Greg (Channing Tatum) son el agua y el aceite. Pero con el tiempo (uno es muy nerd y el otro sólo fibra), se hacen amigos y egresan juntos de la fuerza policial.
En su primera tarea, son enviados a controlar la seguridad en un parque al aire libre donde tendrán su bautismo de fuego: intervendrán sobre un grupo de personas que poseen sustancias ilegales. Lo limitado que es Greg para la actividad mental hace que se olvide de decirle los derechos al principal detenido, con lo cual, los dos arrancarán con el pie izquierdo su primera detención como oficiales… Su superior, el capitán Dicksson (Ice Cube), no los tiene entre sus preferidos y decide transferirlos a una unidad nueva, especial, que se prepara para combatir el crimen infiltrándose en círculos de adolescentes y jóvenes.
La división en cuestión opera con un reducido número de camaleones que se especializa en detectar distribuidores de droga, así que a esa cuestión nuestro dúo protagónico se dedica, volviendo a la escuela a hacer algo de lo que mejor saben hacer: el ridículo. El resto, es previsible y no lo vamos a contar aquí.

Si hay que decir que el guión de Michael Bacall (de quien amamos Scott Pilgrim vs The World, dicho sea de paso) es convencional y recorre los lugares comunes de las comedias para adolescentes que ya sabemos de memoria. Hay torpeza física, gags políticamente incorrectos, algunas críticas a la industria, algo de humor (pero no demasiado) y un par de escenas de acción simplonas que encuadran la historia. Y mucha simpatía en sus protagonistas, elemento que parece que la gran audiencia ama en el gran país del norte. Desde este sur, no alcanzamos a reirnos de la manera esperable para un tanque de semejantes proporciones.
Desde ya, que sus aspectos técnicos son sólidos, su banda de sonido es de lo mejor, pero en cierta extraña manera, sentí que la propuesta no concretaba un homenaje a la altura de la original. Es otra cosa y para serla, quizás, hubiese sido mejor alejarla aún más de la histórica propuesta.
Eso sí, si les gustan las comedias americanas para adolescentes, quizás puedan sumar puntos a mi valoración.