Colmena

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Rodada en sólo cinco días, Colmena está escrita y dirigida por Majo Staffolani y es una película coproducida junto a José Celestino Campusano, de quien absorbe mucho su forma de hacer cine.
Nachi y Nina se conocen una noche en un bar. Mientras Nina lleva una vida tranquila, conforme, viviendo y trabajando en un estudio de grabación, a la vez que canta por las noches (es la forma que encontró de hacer lo que le gusta), la vida de Nachi se siente estancada como una aspirante a actriz cansada de hacer castings y comenzando a considerar la idea de escribir su propia obra.

Nina vino del interior pero se asentó acá y tiene su grupo de amigos. Nachi es solitaria (sabemos que tiene una amiga aunque nunca lleguemos a verla), tiene un novio cuya relación comienza a agobiarla y en la casa de sus padres tampoco logra encontrar el aire fresco que necesita, con una madre adicta las píldoras y un padre que abusa sexualmente de su empleada. No hay de hecho una gran construcción de otros personajes más que el de ellas dos, los secundarios resultan todos bastante unilaterales y desdibujados.

Nachi y Nina se encuentran y Nachi de a poco va a ir también encontrándose a ella misma. Es que ella está a la deriva y Nina es alguien que supo siempre tomar el timón del rumbo de su propia vida.

Coproducida por José Campusano, la película toma de su cine no sólo un par de rostros sino además su hincapié en retratar un mundo, en este caso el de sus protagonistas, del modo más verídico posible. La realizadora Majo Staffolani se encarga -ni bien empieza y ni bien finaliza el filme mediante un cartel- de recalcar que Colmena es una película comunitaria y que se rodó en sólo cinco días.

Hay también una intención de reflejar estados e inquietudes propias de cualquier joven que todavía está buscando un lugar, no necesariamente físico, pero lo cierto es que no sólo se nota que está hecha a las apuradas, sino que muchas de las ideas trabajadas (en especial aquellas sobre lo que le sucede a Nachi) las pone tan explícitamente en los diálogos que éstos terminan sintiéndose como lugares comunes.

Flor Bobadilla Oliva y Lara Crespo demuestran que tienen muy buena química y sus escenas compartidas son las que mejor funcionan, mientras otras tantas se tornan largas y repetitivas. Tampoco se percibe una buena construcción de los personajes masculinos sobre todo. Y se hace tanto hincapié en sus protagonistas que se desdibuja a los personajes que las rodean. Se entiende que es una película sobre mujeres hecha para mujeres.