C'mon c'mon: Siempre adelante

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Un hombre que nunca se hizo cargo de nadie debe ocuparse de un niño tan brillante como problemático. La idea de C’mon C’mon: Siempre adelante no parece en primera instancia precisamente innovadora, pero Mike Mills y sus intérpretes la convierten en una experienca llena de sensibilidad, inteligencia y profundidad psicológica.

Joaquin Phoenix es Johnny, un periodista que hace investigaciones radiales y se encuentra armando una sobre cómo los niños de distintas zonas de los Estados Unidos ven el mundo y su futuro. Su hermana Viv (Gaby Hoffmann) le pide ayuda porque su marido (Scoot McNairy) está atravesando una produnda crisis nerviosa y no tiene con quién dejar a Jesse (Woody Norman), su hijo de nueve años. Pese a ser un tío hasta entonces frío y distante, Johnny irá desde Detroit hasta Los Angeles y pronto viajará con su sobrino de allí a Nueva York primero y a Nueva Orleans después. En esos trayectos y lugares, Jesse se irá acercando de a poco a ese adulto que intenta acompañarlo como puede en su difícil trance y se irá fascinando además con la grabación de audios (las escenas “documentales” con los testimonios de niños y niñas son las menos convincentes de toda la propuesta).

Tras Beginners: Así se siente el amor (película sobre su padre) y 20th Century Women (sobre su madre), C’mon C’mon: Siempre adelante está inspirada en la relación de Mills con sus hijos. El universo de su nuevo trabajo es el de un niño por momentos superdotado y sobreadaptado, pero que va acumulando múltiples capas de dolores, angustias y frustraciones. Y será este un viaje a aprendizaje mutuo: el de un chico que por momentos se comporta como un adulto y el de un adulto que nunca se ha responsabilizado por un chico.

Filmada en blanco y negro con una propuesta bastante austera y despojada, C’mon C’mon: Siempre adelante es la película perfecta para Phoenix tras su desatado Guasón. Aquí, su Johnny es un tipo de una emocionalidad y una sensibilidad muy particulares que él construye con convicción y sin regodeos. Así, una película que tenía todo para caer en la manipulación y la demagogia resulta un bello retrato de una relación de dos almas en pena que buscan nuevas oportunidades. Emotiva, agridulce, honesta, por momentos divertida, siempre tierna, C’mon C’mon cumple con una frase clave que se escucha en cierto momento: “Be funny, comma, when you can, period”. “Sé divertido, coma, cuando puedas, punto”.