Cinco minutos de gloria

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Irlanda, en la mira

Es posible aproximarse a la verdad y a la reconciliación, cuando hay un asesinato a sangre fría? Ese es el tema central de Cinco minutos de gloria , la nueva película del alemán Oliver Hirschbiegel ( La caída ). De nuevo la controversia: si en el filme mencionado se abordaba el final de Hitler, aquí es el enfrentamiento entre los católicos del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y los protestantes del Ulster, en Irlanda del Norte, por 1975, y décadas después, cuando el asesino y el hermano de una víctima puedan mirarse cara a cara.

Liam Neeson -que es católico en la vida real- interpreta a Alistair, el protestante que de joven, y para ganarse el reconocimiento de los suyos, se pone una máscara, se acerca a la casa de los Griffen y dispara desde afuera al hermano mayor de Joe, por entonces un niño que jugaba con la pelota en la calle. En el presente, un canal de TV quiere reunilos, con el pretexto, la excusa aquélla de la reconciliación posible.

Por momentos Cinco minutos de gloria asemeja tener una estructura teatral. Juega con el suspenso creado ante lo que el espectador sabe (el muy nervioso Joe lleva un cuchillo al encuentro en el castillo), el aparente remordimiento de Alistair y la confusión de Joe. La película está estructurada claramente en tres secuencias, como si fuesen los actos de una obra teatral. Es fácil advertir que Cinco minutos de gloria (la referencia es a lo que Joe cree que sentirá en cuanto ajusticie al asesino de su hermano) es un filme “de actuación”.

A medida que avanza la trama, Alistair muestra rasgos de su carácter y es el personaje mejor construido, no sólo por la calidez y hasta enjudia que le pone el actor de La lista de Schindler . James Nesbitt (el actor de Bloody Sunday , también sobre el conflicto en Irlanda del Norte) juega con un rol menos preciso, cuyas (in)decisiones lo hacen tan vulnerable como poco empático.

Hirschbiegel, quien había tenido su paso por Hollywood con Invasores , vuelve a demostrar ahínco desde la marcación, aunque en los tiempos muertos no parezca saber cómo hacer para que la historia fluya. Hay un mensaje en contra de la violencia, un paralelismo con lo que sucede en la Inglaterra actual y los musulmanes terroristas, muy buenas intenciones y un dolor palpable en cada fotograma.