Cinco minutos de gloria

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

La filmografía del director alemán Oliver Hirschbiegel se conoce en su casi totalidad en nuestro país. “El experimento”, su primer largometraje filmado en 2001 y estrenado dos años después en Argentina, resultó sólo parcialmente logrado aunque anticipó el interés de su realizador por el tema del nazismo.

Habría que esperar hasta el 2004 para que su nombre saltara a la fama con la notable producción “La caída”, que además marcaría un antes y un después en la vida del actor Bruno Ganz.

Muy fallida, en cambio, resultó su penúltima película (“Invasores”), tercera remake de “Invasion of the Body Snatchers”, cuya original y muy superior de 1956 fuera magistralmente dirigida por Don Siegel y aquí conocida como “Muertos vivientes”.

Hirschbiegel cambia totalmente de escenario con su más reciente realización: “Cinco minutos de gloria” (“Five Minutes of Glory”) al ambientarla en Irlanda del Norte y basarla en un hecho real sucedido en 1975 en el Ulster.
Las primeras escenas son impactantes al mostrar el asesinato del católico y militante del IRA, Jim Griffin, que es cometido por el protestante Alistair Little personificado por Liam Neeson. Testigo involuntario de dicha matanza es Joe, el hermano menor de Griffin, quien se encontraba en la puerta de su casa jugando inocentemente con una pelota.

La acción se traslada casi a la actualidad en que un Joe adulto, interpretado por James Nesbitt (actor de “Bloody Sunday”, de Paul Greengrass sobre un tema similar), recibe una extraña propuesta. La televisión local lo invita a participar de un programa, cuyo leitmotiv son las “reconciliaciones”, a fin de que se produzca su reencuentro con el asesino de su hermano, aparentemente
arrepentido de lo actuado en el pasado.

Gran parte de los escasos noventa minutos del film transcurren mostrando los preparativos del programa, con numerosas idas y vueltas y algo de suspenso, llegándose hacia el final al esperado cruce de ambos personajes.

Deliberadamente se han acentuado y subrayado las diferencias entre ambos, contrastando la aparente calma (o resignación) del asesino con el exacerbado nerviosismo del vengativo hermano de la víctima.

La resolución de la trama puede considerarse original y algo sorpresiva pero no es ése el mayor mérito de un film algo menor, donde lo que sobresale son las actuaciones que incluyen a la rumana Anamaría Marinca (“Cuatro meses, tres semanas, dos días”) en el rol de una comprensiva productora televisiva.