Cinco minutos de gloria

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Las huellas del rencor

Tras el inmenso éxito mundial de La caída, el alemán Olivier Hirschbiegel se trasladó a territorio irlandés para dirigir una historia de fuerte sentido humanista que se sostiene en una sólida narración dividida en dos épocas y en el duelo actoral que en la segunda mitad tiene como protagonistas a Liam Neeson y el gran James Nesbitt.

El film arranca en 1975 -pleno período de guerra civil en Irlanda del Norte (una situación bien sintetizada al inicio con una edición de imágenes de archivo de la época)- y narra el ingreso en el universo de la violencia y el ojo por ojo de Alistair Little, un adolescente protestante que comete su primer asesinato "político" por encargo. La víctima es otro joven, aunque -claro- católico (de la zona controlada por el IRA).

Narrado con sequedad y precisión, el atentado da pie a la historia actual, en la que Alistair Little (ya en la piel de Neeson) viaja a un encuentro con el hermano de aquella víctima (Nesbitt), armado por un canal de televisión para que el primero pida perdón y se llegue a la tan ansiada reconciliación. Las cosas, por supuesto, no serán tan sencillas.

Ganadora de los premios al mejor director y mejor guión del Festival de Sundance, Cinco minutos de gloria es una película que abona (y al mismo tiempo pone en cuestión) la corrección política y que habla sin desbordes ni ampulosidades de los traumas, los remordimientos, la culpa, el rencor, las huellas en el tiempo y el sinsentido propios de toda guerra civil y -más aún- de una como la irlandesa, que dejó más de 3.700 muertos, muchos de ellos amigos o vecinos de sus propios victimarios.