Cicatrices

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Un robo de infantes recién nacidos como operación de un perverso mercado ilegal se conforma como el disparador argumental de “Cicatrices”. Las consecuencias de un acto negligente no nos dejarán indiferentes, mientras nos adentramos en los crueles pormenores de un episodio histórico real. Materia de delicada reflexión para un cine serbio que ha utilizado el medio como instrumento para cerrar viejas heridas de su pasado.

Pensemos en los conflictos políticos, bélicos y sociales, expuestos por la industria a lo largo de los últimos treinta años, desde “Underground” hasta “Father”. Un cine de corte intelectual y multicultural, dispuesto e ejercer una mirada retrospectiva hacia la República Popular Federal y Socialista de Yugoslavia, tanto como hacia la ruptura que desencadenaría una guerra y la independencia de Bosnia-Herzegovina.

Junto a la guionista Elma Tataragić, Miroslav Terzic lleva a cabo un estudio psicológico de personajes. Inactivo desde “Redemption Street” (2012), el realizador prefiere un estilo visual que prefigure una atmósfera de thriller que se cuece lento, en la búsqueda de una sufrida madre por allanar un camino de verdad. El resultado es una observacional gema de autor, que jamás se preocupa en otorgar respuestas clausuradas ni tranquilizadoras. Minimalista, hace de la sobriedad su principal aliada. Atenta a los detalles, no desperdicia emociones. Sabe que la contundencia no concibe el más mínimo golpe bajo.